Pato, Bárbara, Allegri… entonces todo terminó. El último y brillante escudo de Silvio en Roma

En 2011 el Roma-Milán trajo un inolvidable y decadente título a los rossoneri: la última llamada de muchos campeones, los besos en la grada, la alegría de Galliani

Hace unos días el mundo se había librado del terror, o al menos eso creía: Osama Bin Laden había sido asesinado y la gente creía en un futuro de paz. Silvio Berlusconi, como presidente del consejo en funciones, lanzó a Letizia Moratti para la alcaldía de Milán y, para no perder las costumbres, arremetió contra los magistrados durante una convención. Los inmigrantes desembarcaron en la costa italiana, y los que no lo lograron fueron tragados por el mar. Gaddafi estaba al borde del precipicio, Grecia ya había acabado en él e Italia, aún inconsciente, hacía el último baile sobre el Titanic que se hunde. Era la primera semana de mayo de 2011.



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