El tenista de Bolonia venció en primera ronda a Teichmann, volviendo al éxito en un Grand Slam después de más de dos años. El positivismo del letrozol ha truncado la carrera de una jugadora que estuvo 94 semanas entre las 10 mejores del mundo, pero Roland Garros aún puede darle satisfacciones
A dinero del premio por casi 14 millones de dólares, una final de Grand Slam, 11 títulos WTA, triunfo tras triunfo en dobles. Sin embargo, después de un partido de primera ronda, las lágrimas todavía tienen derecho a caer de los ojos de Sara Errani. Encuentran su camino como un torrente que golpea contra las rocas, supera los obstáculos y se abre su propio camino: es imposible detenerlos. Con más razón tras la desaparición de la abuela la noche anterior al partido, según contó en la rueda de prensa. El luto se une al recuerdo de lo que fue: la mancha de la descalificación por dopaje, la salida de la élite del tenis, la sensación de impotencia. De la gloria a la caída ruinosa: de ahí la emoción por la vuelta al éxito en un Grand Slam, más de dos años después de la última vez.