qlo que compartimos en las redes sociales es el espejo de cómo queremos ser percibidos. Si a nivel personal utilizamos filtros y maquillaje digital para intentar lucir lo mejor posible, En lo que respecta a la familia, los cambios más generalizados se refieren al contexto.. Ya sean viajes, ceremonias o simples momentos de convivencia, posamos listos para retratar la imagen familiar deseada. Este es a menudo el objetivo de llevar un smartphone a la mesa: tenerlo cerca y listo para usar para inmortalizar a los padres sonrientes junto al niño que aprende a comer solo o cada miembro. desempeña su papel en la obra de la familia feliz durante la cena.
Unos segundos, el disparo certero y…clic, ¡listo!
Ahora que el selfie ha triunfado podemos volver a ignorarnos unos a otros, padres e hijos, amigos y familiares, aunque estemos sentados en la misma mesa.
Cada uno en su sitio, pero todos inclinados sobre la pantalla del smartphone. La madre vuelve a la convocatoria, el padre mira el partido en streaming, mientras los niños se sumergen en chats o videojuegos.
Padres en línea. Porque el smartphone en la mesa es indigesto
Las familias se reunían a cenar para compartir comida. Pero la comida, especialmente para los más pequeños, es también un momento relacional importante. «Un verdadero momento educativo. En los primeros años de vida se establecen buenos hábitos alimentarios: se aprende a comer de forma sana y equilibrada, pero también a comportarse en la mesa”, explica la presidenta de la Asociación Cultural de Pediatras, Stefania Manetti. «En la cena hablamos, hablamos y discutimos, posiblemente con la televisión apagada y sin dispositivos a la vista.». A través de la observación y la imitación, el niño tiene la oportunidad de aprender gracias al buen ejemplo de sus padres.
Para niñas y niños la comida es entonces laoportunidad de aprender conductas saludables. «La ciencia nos dice que si los adultos sonríen mientras comen verduras, añadiendo comentarios positivos, los niños serán más propensos a comer verduras», continúa el presidente de la ACP.
Imagen virtual vs realidad:
Por el contrario, cuando experimentamos los “lugares digitales” como si fueran otra realidad, nuestro sentido de identidad y nuestras relaciones se ven significativamente influenciados. A menudo, cuando nos hacemos un selfie creamos una escena en la que mostrarnos sonriendo y ganando aunque no nos sintamos así. Como nos gustaría ser, así intentamos aparecer.
Esta narrativa de nosotros mismos, que alimentamos cada día, desestabiliza a nuestros hijos, que nos miran, pero sin entender cuándo imitarnos y cuándo no.
Del smartphone en la mesa a la disociación de la realidad
Es un aspecto que los expertos de la Fundación Carolina critican a nivel pedagógico. Este mecanismo de disociación de la realidadAunque puede ser fisiológico en la adolescencia, corre el riesgo de convertirse en un boomerang. ¿Y si resulta que no soy lo que muestro? ¿Qué pasará con mi reputación? Un primer paso para evitar que nuestros hijos tengan que afrontar algún día estas cuestiones es darles un buen ejemplo. Evitando, como sus adultos de referencia, mostrarnos lo que no somos.
Allá Fundación Carolinanacido en memoria de Carolina Picchio, de catorce años (la primera víctima italiana conocida de ciberbullying en Italia), se compromete hoy a proteger integralmente a los menores en línea, con actividades de sensibilización a nivel nacional e internacional. capacitación, Abogacía, investigación y respuesta a emergencias. Desde el sector de Investigación surgió como prioridad la importancia de la información digital y infantil para el cuidado de la salud de los hijos. No sólo en referencia a los adolescentes, sino también para proteger a los bebés respecto al uso correcto y consciente de dispositivo, que ahora han entrado en la vida diaria de todos. Fundación Carolina ha creado diversas herramientas de sensibilización e información para padres, todas ellas accesibles desde el sitio Minorionline.com.
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