Monza sabe liberar componentes emocionales y estímulos capaces de volcar valores casi evidentes. Ferrari empieza a creérselo, desde hoy. Entonces cualquier cosa puede pasar
Empezó de otra manera, y ahora es inútil vivir con remordimientos. Fue una primavera preciosa, con un color rojo intenso, y la afición del Cavallino disfrutó de todo. Entonces el asunto tomó otro cariz y ahora ya no es sólo una cuestión de fiabilidad y errores en el garaje (que, por desgracia, siguen ocurriendo), ahora Red Bull ya no da pelea. Y en las carreras, Mercedes también suele viajar más rápido. Solo hay una gran oportunidad de sacar el orgullo, una especie de “all-in” gigante en el póquer. Se llama Monza, sale al escenario en apenas seis días. Max Verstappen ya lleva rato ganando este Mundial y, a la espera de que el título se haga aritmético, se quita los últimos caprichos posibles. Ganar en casa, como sucedió ayer. Repetir el domingo, en Italia, lo que le daría un sabor particular. Detenerlo, en cambio, le daría a Ferrari una gran sonrisa, capaz de hacer que la gente olvide el doble viaje bastante amargo desde Spa y Zandvoort. ¿Pero es esta pelirroja capaz de vencer a Max? ¿Qué se necesita para que el mundo vuelva a hace unos meses y haga estallar a un pueblo que hace tiempo que tiene garantizado un lleno total en las gradas? Enzo Ferrari invirtió las mayores energías en el GP de Italia: se introdujeron innovaciones y se buscó potencia extra para el motor en todos los rincones de Maranello. Monza a menudo hizo posible salvar la temporada, y nada lo simboliza más que el doblete de 1988 con Berger frente a Alboreto cuando Drake estuvo fuera menos de un mes. No es así: la añada del Cavallino es más que suficiente. Pero perder es molesto. Y por ello es necesario ante todo que el F1-75 esté al máximo de sus posibilidades técnicas. Luego, los pilotos necesitan recuperar la fuerza puesta a prueba por Bélgica y Holanda. Finalmente, la pared de la caja (incluido el garaje remoto) y la mecánica deben ser perfectas. Lo cual estos días, dada también la primera parada de Sainz ayer, exige algo parecido a una profesión de fe. A nadie le parece fácil encajar todo el plan, desde la puesta a punto preparada en el simulador hasta el ritmo de carrera en los entrenamientos libres, desde la persecución hasta la pole hasta la táctica durante el GP. Carlos, sin embargo, reemplazará casi con certeza la parte híbrida de la unidad de potencia, perdiendo lugares en la parrilla.