“Ana, cállate y ven aquí”: la declaración del entrenador nacional de hockey Valentin Altenburg a su jugadora Anne Schröder no es un escándalo, sino una necesidad en los deportes de equipo. No sólo se le permite hacerlo, sino que realmente tiene que hacerlo.
¿Por qué? Sencillamente: Schröder no se concentra en la situación y no presta atención a las palabras de su entrenador. Incluso se da la vuelta cuando Altenburg quiere explicar algo en la pizarra sobre otras tácticas. Una afrenta para él. A cambio, su entrenador la ataca verbalmente, aunque con bastante dureza. Pero Altenburg tiene que reaccionar así para dar ejemplo. A veces puede explotar.
¿Tiene que hacer esto frente a una gran audiencia en vivo por televisión en los Juegos Olímpicos? Por supuesto que tiene que hacerlo. Altenburg es sencillamente honesto y auténtico. Reacciona como hubiera reaccionado en el entrenamiento y en cualquier otro partido. Independientemente de la situación y el evento.
Es importante una jerarquía clara en el deporte y especialmente en los deportes de equipo. El entrenador está a cargo. Los jugadores tienen que escucharle. Si su autoridad se ve socavada, no puede aceptarla. Cualquiera que haya practicado alguna vez un deporte de equipo, independientemente del nivel, conoce esta situación. El hecho de que el tono normalmente no se corresponda con las recomendaciones estándar de etiqueta es un regalo. Nadie necesita la etiqueta. Y: Altenburg conoce a Schröder y sabe cómo puede y debe tratar con ella. Seguramente no hablaría así con todos los miembros del equipo, pero existe una relación especial de confianza entre entrenador y jugador, que también respalda un anuncio tan claro.
La reacción de Anne Schröder después del partido también lo demuestra: “Tuvo la sensación de que yo dejaba caer mis hombros y luego recibí un breve anuncio. Eso también está bien”.
Es lo más normal del mundo. Ningún escándalo. Sin emoción. Es deporte. Y el deporte necesita jerarquía y emociones.