‘Oh querido animal solitario, ahí estás, en una casa que se mantiene a oscuras’: Poema navideño de Marieke Lucas Rijneveld

Marieke Lucas Rijneveld escribe.

Editorial

Oh querido animal solitario, ahí estás sentado,

en una casa que se mantiene a oscuras,

en el fondo alguna carencia, alguna guerra,

mientras usaba dos suéteres uno encima del otro,

no solo por ser más económico, sino también por aparentar,

como si un ser querido estuviera presionando contra ti,

que no te promete oro, ni mirra, ni incienso,

pero solo alguien para ahuyentar el frio,

y no te sientes solo en casa, en Turquía,

todo sabe a intentarlo un poquito mejor,

mientras anhelas sonarte la nariz,

tanto del cirio de Adviento como de este canto jovial,

a un día como todos los demás días,

en una casa como todas las demás casas,

en el fondo algo de tristeza, algo de clima.

Oh querido animal solitario, ahí estás sentado,

en el sofá que vistes torpemente,

donde solo te quedas cuando recibes visitas,

y ahora esperas, esperas la espera,

en medio de todas las fiestas,

por supuesto que amas a Cristo,

por supuesto que te gustan los mosquetes,

así que lo intentas, te haces el pecho redondo

y te dices a ti mismo: peras del

lámparas escondidas, Navidad robada.

Ayuda por un tiempo, a veces solo hay una luz

necesidad de evitar la oscuridad, para

que no tienes una mano delante de ti. Y sabes:

en algún lugar nace un bebé,

en algún lugar alguien se acuesta temprano,

alguien todavía está trabajando en alguna parte,

en algún lugar alguien está sentado en el sofá,

podemos estar solos con el anhelo de la manada,

que buscan la estrella en el oriente,

a mañana, cuando todo vuelva a la normalidad,

en el fondo alguna nostalgia, algunas preocupaciones.



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