Ocean Race, 50 años en el mar: del pionero Carlin a la edición cinematográfica y los hidroaviones

En 1973 hubo un festín a bordo. La regata de 2016 se convirtió en “The Sunday Sailors”

El primero fue Sayula II. Un Swan 65 (unos centímetros menos de 20 metros), ondeaba la bandera de México, nación que ni antes ni después habría escrito páginas memorables de la vela. Pero en aquel lejano 1973 el barco de Ramon Carlin fue el más rápido (por eslora) en volver a Inglaterra y cruzar la meta en la primera vuelta al mundo tripulada a la que una marca de cerveza británica había dado el nombre de The Whitbread Race. Fue mucho más que una regata, fue un jugo de aventura, de campo abierto y misterioso. Con la mujer del patrón que en cada etapa llenó de manjares la cocina de la tripulación, con alguna que otra comunicación y mucha iniciativa. La regata tripulada más antigua y famosa comenzó con 17 barcos al principio, con una escala, una serie de paradas y salidas en los puertos que luego se convirtieron en icónicos: desde Sudáfrica, Nueva Zelanda, China, India hasta Brasil. Y la vuelta al mundo que mientras tanto cambiaba de nombre (hoy es The Ocean Race) adaptándose a un mundo cambiante. Las aperturas a nuevos destinos de navegación, los chinos o los de los Emiratos. Ese primer triunfo, totalmente inesperado en 2016, se ha convertido también en película: Sunday sailors, precisamente para contar un fenómeno pionero que con el tiempo ha sido sustituido por la tecnología y la especialización. Hasta los hidroaviones, equipados con foils (es decir, esas «alas» que les hacen despegar sobre el agua). Desde embarcaciones abiertas sujetas a frío o lluvia. Hasta los barcos de hoy «cerrados» y equipados con conexiones satelitales.

Tecnología

Cascos de carbono conducidos (y también dependientes) de potentes ordenadores, capaces de surcar los 7 mares con una sola pesadilla, chocando contra un OVNI (objetos semisumergidos y flotantes que incluso pueden hacerte hundir). En 1973 la contaminación marina no era comparable a la actual, con los 3-4 continentes de plástico y otros desechos flotando en el océano asfixiando los mares.

En Carrera Portuaria

En este mundo cambiante, en esta vela moderna y un poco más artificial, la aventura es diferente. Quedan 50 años de historia y un camino evolutivo que con Génova, The Grand Finale entra en una nueva dimensión. Por primera vez en el Mediterráneo, por primera vez en Italia. Una regata nacida en el océano que justo en contacto con la Superba (el primero en apodarla así fue Francesco Petrarca, quien escribió en 1358: Verás una ciudad real, apoyada en una colina alpina, soberbia por hombres y por murallas, cuya única aparición indica dama del mar) quieres relanzar. Génova vuelve como reina de los mares. Vuelan para oxigenar una regata con tanta historia, pero también con algunas inquietudes. La llegada al Puerto Viejo, junto con el nuevo Paseo Marítimo y el resto de iniciativas, pretenden dar nueva vida y nueva adrenalina. En los últimos 50 años, los mares del mundo se han vuelto mucho menos misteriosos. Incluso las islas más lejanas se parecen a las playas detrás de la casa. El mundo es «más pequeño» y Génova está llamada a ampliarlo, con una nueva meta en el Mediterráneo y un tramo final que llevará a los barcos desde La Haya (Países Bajos) hasta Liguria. Mientras Génova disfruta de estos últimos días de ansiosa espera (llegada el 24 o 25 de junio según las condiciones meteorológicas), hoy volvemos al agua para la In-Port Race en Aarhus, Dinamarca, antes de partir el jueves 8 hacia Holanda. El Aor Team Genova también vuelve a la regata (es un Vor65 que participa únicamente en la edición Sprint de esta gira, 3 etapas en lugar de 7) con tres italianas a bordo: Cecilia Zorzi (que participó en la primera etapa), Claudia Rossi (navegación oceánica italiana) y Andrea Pendibene, navegante oceánico de la Armada. Otra novedad para dar oxígeno e ideas a la leyenda de la vela.



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