Nomi van der Linden, de cuatro años, de Schaijk, acaba de regresar del hospital, pero ya está vendiendo cientos de galletas, cupcakes y pasteles el sábado. Tiene neuroblastoma, un cáncer raro que se descubre en unos 25 niños al año. Pero eso no significa que Nomi y quienes la rodean vayan a llorar. El sábado harán todo lo posible para recaudar la mayor cantidad de dinero posible para la investigación del cáncer infantil. Mientras tanto, el niño de cuatro años entra y sale del hospital.
Al menos cien personas están paradas en el camino de entrada de Pieter e Yvon van der Linden el sábado. La familia ha instalado un puesto en el mercado que vende cupcakes, galletas y pasteles. La recaudación se destina a la Fundación KiKa, para la investigación del cáncer infantil. “Lo que se recauda ahora puede no ser para Nomi. Pero entonces es para el futuro. Al igual que Nomi, ahora también se beneficia del dinero que se recaudó en el pasado para la fundación”, dice la madre Yvon.
En septiembre comenzó la pesadilla. Nomi se veía pálida, ya no dormía, comía cada vez peor ya veces lloraba de dolor. Una ecografía en el hospital reveló un tumor en el abdomen de Nomi. Seis rondas de quimioterapia después, el tumor se ha reducido. Pero ella está lejos de curarse.
Pronto comenzará un difícil proceso de un año y medio. Primero se opera a Nomi y luego recibe una alta dosis de quimioterapia, radio e inmunoterapia. “La pone muy enferma. Le duele mucho y sus órganos pueden fallar parcialmente”, explica el padre Pieter.
Si se recupera del cáncer, todavía hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que regrese. “Si regresa, no se puede tratar adecuadamente. Por lo tanto, es muy incierto. Preferimos no pensar en eso”, agrega Yvon.
Acaban de salir del hospital. Nomi estuvo cinco días internada en el Hospital Jeroen Bosch, porque le descubrieron una bacteria durante un chequeo. Todavía era emocionante saber si podrían estar en el día de acción el sábado por la mañana. “Por suerte llegamos justo a tiempo”, dice papá Pieter.
Para su sorpresa, la campaña fue un gran éxito. A Nomi le gusta hacerlo y aparece mucha gente. “Es genial para Nomi, jugar a la tienda es lo suyo. También le explicamos que el dinero es para niños enfermos, ella lo entiende”, dice Pieter.
Las quinientas galletas, los cientos de cupcakes y las seis tartas de manzana casi se agotan en una hora. Mucha gente paga más por las golosinas como regalo extra. “Es muy irreal. Pensamos: si vienen cien personas, genial. Pero ya estamos allí en más de una hora. Incluso hay personas que no conocemos en absoluto. Eso es tan hermoso”, dice Yvon. y Pieter mientras observan a la multitud detrás de ellos.
Según los padres, es muy importante que el dinero vaya a la Fundación KiKa. Por ejemplo, su hija ahora tiene más posibilidades de sobrevivir que en el pasado. “Hace años, tenías que ir a Estados Unidos durante unos siete meses para recibir inmunoterapia. Gracias en parte al dinero de KiKa, ahora es posible en un hospital de los Países Bajos”.
La familia recaudó un total de 8.200 euros con la campaña.