CRistina Vatielli, romana, cuarenta años, partió del reportaje y con el tiempo ha construido una narrativa visual a través de proyectos fotográficos escenificados o autorretratos. Las imágenes inéditas que presentamos en este portafolio estarán, junto a sus trabajos anteriores, en el centro del episodio que les dedica Sky Arte en las docuseries los fotógrafos, se emitirá el próximo mes de octubre.
Hoy le revela la génesis de este proyecto a iO Donna.
¿Cómo surge esta serie que llamaste Terra Mater?
Sentí la necesidad de hablar de buscar un hijo. Llevábamos tres años intentando tener uno, yo y mi pareja -Ippolito Simion, que también es el videasta con el que colaboro en este proyecto-. No podía convertirme en madre ni siquiera hablar de ello. Hicimos un viaje a Sicilia y allí, solo y tirado en el centro del Laberinto de Ariadna, una de las obras de land art del museo al aire libre de Fiumara d’Arte, el dron que estaba probando apareció de repente sobre mi cabeza. Visualicé el imagen, me vi a través de los ojos de Ippolito y comprendí que ese era el camino que quería tomar: adentrarme con él en la naturaleza para crear imágenes que hablaran de mí, de nosotros y de la búsqueda de la fertilidad.
Cristina Vatielli: los lugares de nuestra vida
¿Cómo elegisteis los lugares a fotografiar?
Todos son lugares vinculados a nuestras vidas: Trentino y Friuli son parte del legado de Ippolito. Busqué el elemento primordial de la fertilidad, el agua que genera: ríos, arroyos, manantiales y cascadas, hasta el mar de Galicia. Aquí, donde vamos desde hace muchos años, existe un antiguo ritual de fertilidad: en la playa de las Nueve Olas las mujeres se reúnen y se dejan bañar en las gélidas aguas del océano vestidas únicamente con ligeras túnicas blancas.
Esta obra expresa su preocupación por el planeta. ¿Es la fotografía una forma de activismo?
Absolutamente lo es, de lo contrario no podría dedicar mi vida a ella. Empecé este proyecto precisamente para contrarrestar esa sensación de omnipotencia que tenemos los humanos. Ante la dificultad de ser fértiles, me di cuenta de nuestra fragilidad: destruimos nuestro ecosistema pensando que todo lo podemos con la ciencia y la tecnología. Podemos duplicarnos, crear inteligencias artificiales, descubrir otras galaxias pero somos pequeños frente al planeta y su belleza. Mi ser un embrión dentro de la naturaleza significa precisamente esto: somos criaturas de este planeta, si no lo respetamos ¿cómo podemos pensar en traer niños al mundo?
¿Fue difícil estar desnudo frente al ojo artificial del dron?
Me sentí incómodo estando desnudo en la naturaleza. No estamos acostumbrados a contactar. Estamos siempre vestidos, protegidos. Acostado en el frío, entre animales salvajes y el olor de la tierra, sentí fuertemente el poder generativo del universo.
Hablando de trucos, ¿nos salvará la tecnología o es una nueva trampa?
Tengo amor y odio por la tecnología. Si por un lado me permite hacer cosas que no podría haber hecho, como estas imágenes del dron, o permite que tanta gente tenga hijos gracias a la inseminación artificial, por otro lado me da miedo. Vivo mi tiempo y uso sus herramientas para dar un mensaje preciso: hay que volver a la naturaleza, amarla y respetarla. © REPRODUCCIÓN RESERVADA
iO Mujer © REPRODUCCIÓN RESERVADA