No pocos: estos son los no certificados, los rechazados o devueltos por considerarlos inútiles.


PARAAl principio era imposible encontrarlos salvo a precios de locura, o tras horas de cola delante de las farmacias. Y ahora, en cambio, las mascaras se han vuelto tantos que quieren quemarlos.

Las máscaras serán quemadas.

es este el final que harán 218 millones de mascarillas, comprado en 2020 por el entonces jefe de la instalación de emergencia de coronavirus, Domenico Arcuri. Para luego ser distribuido a Regiones, Municipios y escuelas.

El punto, sin embargo, es que es, por una parte de los famosos mascarillas no certificadas, por otra parte de los que no fueron solicitados. Y, por otra parte, de los que han sido devueltos por considerarlos inútiles.

(Imágenes falsas)

Una operación que cuesta casi 700 mil euros

Y por ello, después de haber intentado en vano venderlos, el comisario Figliuolo encargó a A2a Recycling, empresas de tratamiento de desechos y residuos, para su eliminación y destrucción. Solo una pequeña parte del material será recuperable para su reciclaje a través de las plantas de tratamiento. El resto, que es el tejido, irá a las plantas de valorización energética para ser quemado. Una operación que cuesta casi 700 mil euros.

Desde abril de 2021, el 218 millones, que además pesan 2500 toneladas, se mantuvieron en los distintos depósitos gestionados por SDA entre el Norte y el Centro con un coste aproximado de 313 miles de euros mensuales. La estructura de comisionistas, como se mencionó antes, ha decidido ponerlos en el mercado.

Pero, de dos estudios de mercado para saber si había empresas disponibles para comprarlos, nadie respondió. Y por lo tanto, la única solución que queda es quemarlos, pagando para destruir lo que ahora representa nada más que una acumulación de papel y material plástico.

Mascarillas, el peligro para el medio ambiente

El impacto en el medio ambiente de una eliminación imprecisa y cuidadosa de las mascarillas, que, desde hace casi tres años se han convertido en compañeras de vida, protegiéndonos del Covid, es nefasta. En 2020, nuestros océanos se inundaron con alrededor de 1560 millones de máscaras, según el Federación Nacional de las Órdenes de Médicos Fnonceoa la izquierda para su análisis a partir de datos de OceansAsia, una organización para la conservación marina.

Y si durante la emergencia, ciertamente no era una preocupación urgente que esas herramientas de seguridad pudieran convertirse en contaminantes. Ahora, por el contrario, que la preocupación se ha convertido en una urgencia.

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El problema más grave es que, una vez tirados, no desaparecen. Las mascarillas, guantes y toallitas están fabricadas con múltiples fibras plásticas principalmente polipropileno, que permanece en el medio ambiente durante décadas, si no siglos, fragmentándose en micro y nanoplásticos cada vez más pequeños. Una sola mascarilla puede liberar al mar 173.000 microfibras al día según un estudio publicado en Environmental Advances.

Está claro que ciertamente no representa la mayor cantidad de plástico en el mundo.pero el gran número repartido por todo el mundo, sin embargo, hace que sea un problema que debe resolverse rápidamente.

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