Bart Eeckhout es el comentarista principal.
Hay algo profundamente triste en el debate político, o más bien: disputas políticas, sobre la creciente violencia relacionada con las drogas en Amberes. Las acusaciones van y vienen como granadas, pero no suena creíble en absoluto. ¿O hay realmente un ciudadano de Amberes que, junto con el alcalde Bart De Wever (N-VA), cree que con un gobierno federal diferente, la llamada guerra contra las drogas se ganó hace mucho tiempo? ¿Hay algún residente de Amberes que no recuerde que llovieron balas en Deurne y sus alrededores con un compañero de partido del alcalde del Interior (Jan Jambon)?
Por el contrario, la Schagenfreude abiertamente mostrada por los competidores políticos del Sr. De Wever y la N-VA sobre la inseguridad en Amberes no parece muy honorable. Este no es un problema de Amberes, al igual que el estallido de la violencia relacionada con las drogas en Molenbeek no es exclusivo de Bruselas. Esa simple idea debería inspirar a los ministros a colaborar, en lugar de perfilarse en una batalla que no pueden ganar solos.
En cualquier caso, la batalla es lo suficientemente compleja como para requerir cierta coordinación. Con la Operación Sky, la policía federal logró un avance impresionante. Aún así, sigue siendo una ilusión pensar que se puede lograr una victoria a corto plazo en la lucha contra los criminales, cuya red internacional, violencia extrema y bolsillos insondables llenos de dinero tienen ventaja en todos los campos.
Debido a que la guerra contra las drogas es desesperada e infructuosa a nivel internacional, cada vez más voces piden un cambio de armas y legalizar el uso, el comercio e incluso la producción de drogas. Bastantes voces progresistas se muestran favorables a esta idea liberalizadora.
Sin embargo, al igual que la propia guerra contra las drogas, esa idea parece demasiado simple para ser verdad. La función más importante de Amberes en la red internacional de drogas es la de puerto de tránsito. Esa función y atractivo no desaparecerá legalizando aquí una pequeña parte del campo. Y así el crimen y la violencia armada asociada tampoco desaparecerán.
Para tener éxito en la lucha contra la violencia de las drogas, no necesitamos más tanques y ‘Bearcats’ ni una legalización ingenua. La Operación Sky está mostrando el camino, con una acción policial específica y especializada. Esto requiere inversiones en experiencia tecnológica y mano de obra.
Ahí es donde aprieta el zapato, porque a la policía judicial federal le falta mucha gente. Contratar a más personas es más fácil decirlo que hacerlo en un contexto presupuestario que permite poca frivolidad y en un momento en que el mercado laboral privado también está ajustado.
Y luego todo se reduce a la coordinación y la cooperación. Porque lo que no ayuda a atraer perfiles buscados para tareas importantes en la lucha contra el narcotráfico, es la expectativa de que, una vez contratados, también terminen en un fuego cruzado de rivalidad política.