No es necesario ser un gran pesimista para ver los contornos de una recesión. Aún así, no todo está perdido

Bart Eeckhout es el comentarista jefe de De Morgen.

Bart Eckout4 de mayo de 20228:00 pm

Bien puede ser que esta semana se registre como un período crucial más adelante en la historia económica. En Ucrania, los ejércitos de Vladimir Putin continúan su guerra de conquista tan mortífera como despiadada. Esto obliga a la Unión Europea a imponer sanciones cada vez más estrictas, que también cortan su propia piel económica. En Washington, el banco central estadounidense, la Reserva Federal, decide la subida de tipos de interés más fuerte desde principios de siglo, para contener la inflación que está fuera de control. Mientras tanto, China continúa abordando el virus corona con bloqueos estrictos, lo que está ejerciendo presión sobre el suministro de casi todo el comercio mundial.

En resumen, no es necesario ser un gran pesimista para ver los contornos de una crisis económica prolongada en esta confluencia de circunstancias. El aumento de los precios desencadena la espiral inflacionaria, la escasez de existencias conmociona la economía justo a tiempo, la incertidumbre sobre el giro del mundo se está apoderando de las mentes de los inversores, empresarios y consumidores. Para decirlo en un cliché de fútbol petrificado: entonces sabes que va a ser difícil.

Sin embargo, no todo está perdido. Esto no tiene por qué salir mal, ni siquiera en nuestra frágil economía de exportación. Uno de los elementos alentadores es que la demanda de mano de obra nueva aún no se detiene. La tasa de empleo sigue creciendo (ligeramente) y la demanda de personal nuevo sigue siendo fuerte. Los bancos, las telecomunicaciones, el aeropuerto… todos están pidiendo gente. Los sectores sociales críticos (educación, atención) también podrían necesitar más personas.

Hay un problema. Cuanto mayor es la escasez en el mercado laboral, más claramente se hace visible el funcionamiento inadecuado de ese mercado laboral. El análisis es bien conocido: el mercado laboral belga protege con bastante generosidad a quienes tienen la suerte de formar parte de él, pero también puede crear obstáculos para quienes se quedan en el camino, por ejemplo, por enfermedad de larga duración o falta de formación. . Esto significa que la reserva laboral que aún existe es difícil de igualar a la demanda laboral.

Izquierda y derecha, empleados y empleadores, tradicionalmente han reaccionado de manera bastante predecible a ese análisis. Para algunos es la carga de trabajo lo que enferma a la gente, para otros es la falta de activación de los buscadores de empleo. Esa guerra de posiciones se anuncia ahora nuevamente, y nuevamente no conducirá a nada.

¿Y si ambos tienen razón? ¿Por qué la solución de un problema debería impedir la salida de otro? La situación es lo suficientemente grave como para atreverse a considerar ese pensamiento.

En este momento, toda la economía global está siendo borrada. Los interlocutores sociales ya no pueden permitirse el lujo de acampar de manera creíble en las viejas y obsoletas tesis. Junto a los gobiernos de este país, enfrentan la tarea histórica de concretar un nuevo contrato social que concilie las contradicciones del mercado laboral. Ha llegado el momento de ello, sólo falta la autoridad y la confianza mutua.



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