Niños refugiados cuentan su historia: ‘Perdí todo y no es culpa nuestra’

Mahmud Jouma, 17 años de Siria, también vive y trabaja en el Hotel Spier. Es mejor allí que en el centro de aplicaciones, se da cuenta. Pero, dice Mahmud, la vida ahora es aburrida para sus padres. “Mi papá no hace nada en absoluto”, dice. “Todo lo que puede hacer es sentarse en la habitación. A veces está muy deprimido. Solo hay una carretera, él está mirando eso. Nada más”.

Mahmud también se siente a veces solo. “Lo he perdido todo. Mi vida, mi hogar, mi país. Y no es nuestra culpa. No hemos hecho nada. No sabes cómo será tu futuro. Si tienes que volver a tu propio país o quedarse en los Países Bajos. No sabes nada en absoluto. Eso es bastante difícil”.

Aún así, mantiene el coraje. “Hay que sonreírle a la vida. A veces las cosas no salen como queremos, pero hay que aguantar”.

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