Por Jan Schilde
El domingo, los berlineses votarán sobre el referéndum climático. Sin embargo, los iniciadores engañan a los votantes con medias verdades y falsas promesas.
Muchas personas pueden preguntarse si deberían ir al referéndum. No hacerlo es generalmente una mala idea. Todo voto, ya sea en elecciones o en referéndum, debe ser utilizado, siempre. Hay más en juego en este referéndum de lo que muchos creen. Se va a reescribir una ley ya existente en Berlín, que establece el objetivo de la neutralidad climática para 2045.
Tan temprano como 2030 no solo debe ser la meta, sino una obligación. Eso es vinculante. Entonces, si suficientes votantes votan sí, Berlín tendrá que lograr este objetivo para 2030, por ley.
El problema: por muy deseable que sea este objetivo, por mucho que todos debamos hacer todos los esfuerzos posibles para lograr la neutralidad climática lo más rápido posible, 2030 es igual de poco realista.
Berlín no podrá hacer frente a los costos, los gastos de personal, toda la organización oficial. Es simplemente imposible. A pesar de la ley, Berlín no podrá lograr este objetivo. Tanto peor es que los iniciadores engañan a los votantes con medias verdades y falsas promesas para captar votos.
Si este referéndum tiene éxito, es un éxito de mentiras. Como el referéndum expropiatorio.