La misión tiene como objetivo capturar nuevas imágenes de la estrella central de nuestro sistema solar. A bordo del Solar Orbiter de 1,8 toneladas, que ha costado a la ESA ya la organización estadounidense NASA unos 1.500 millones de euros, se encuentran diez instrumentos científicos. Los investigadores esperan aprender más sobre el sol y el campo magnético con esto.
El equipo a bordo de la nave espacial no solo mide los campos electromagnéticos y las partículas solares, sino que también puede acercarse más que nunca al sol. Después de su lanzamiento en febrero de 2020, el Orbiter sobrevoló una distancia de 77 millones de kilómetros en junio de ese año y capturó imágenes de enigmáticas “fogatas” en la estrella, mucho más pequeñas que las erupciones solares vistas desde la Tierra.
La órbita elíptica actual de la nave espacial no cambiará mucho durante los próximos tres años. Cada seis meses, el Orbiter se acerca mucho. En octubre, la distancia será de solo 42 millones de kilómetros. La temperatura en el lugar es de más de 500 grados centígrados. Para su protección, la sonda está equipada con un gran escudo térmico de titanio.