La idea de que Thomas Müller pueda volver a brillar en la MLS es una ilusión. Sucedería lo contrario: en un entorno totalmente adaptado a la superestrella Lionel Messi, Müller no sería más que una figura marginal. En el ámbito deportivo, la liga no supone ningún desafío para él.
La situación en el FC Bayern es completamente diferente: Müller es mucho más que un simple jugador, es la cara del club, el símbolo de “Mia san mia”. Por eso tiene que quedarse. El club debería renovar urgentemente su contrato, aunque ya no pueda competir al más alto nivel deportivo.
Aunque Müller juega menos que antes, su influencia en su equipo es enorme. Aporta la experiencia y el liderazgo que un joven Bayern necesita con urgencia. La idea de que “simplemente está empujando el banquillo” ignora el hecho de que está comprometido a formar a la próxima generación en el Bayern.
Un cambio no sería un nuevo comienzo, sino más bien un descenso a la insignificancia deportiva. Cualquiera que conozca a Müller sabe que esto difícilmente le satisfará. Al final, no se trata sólo de dinero o de atención, sino del significado de su trabajo, y eso sólo lo puede encontrar en el Bayern.