Mourinho, qué lección de cánticos racistas. Pero ahora sigue

El simpático gesto del técnico de la Roma portuguesa en defensa de Dejan Stankovic es un ejemplo para todos los de dentro

«Eres gitano, eres gitano, eres gitano…», el estribillo alto y claro repetía incesantemente la curva sur romanista hacia Stankovic, el técnico serbio de la Sampdoria con una dilatada experiencia en la Lazio. . Deki se mantuvo orgulloso frente a su banquillo mientras continuaban los insultos, hasta que José Mourinho dijo basta.

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El técnico de la Roma, que compartió los triunfos con Stankovic como jugador del Inter, se levantó de su banquillo, hizo un leve gesto con la cabeza y luego, alzando la mano hacia su afición, dejó claro que tocaba parar. Se escuchó al líder y líder de Roma y los romanistas: los coros se detuvieron. De un solo golpe con su gesto Mourinho logró tres cosas fundamentales: 1) defender a un colega y un amigo frente a la indecente discriminación racial; 2) salvó a la Roma de una multa mucho mayor que los 8.000 euros impuestos, y evitó el cierre del sector para el próximo partido interno. 3) se comportó como un hombre dando una lección de civilización. Al final del partido José dijo que lo hubiera hecho por cualquiera, pero más por un amigo suyo que “no se toca”.

EL SERBIO

Stankovic, en cambio, admitió, tal vez mintiendo, que no había oído nada y que, en todo caso, «gitano» no es una ofensa para él porque orgullosamente se siente como tal. Una respuesta que recuerda mucho a las que dio su «hermano» Sinisa Mihajlovic quien también muscularmente añadió un «pero ven y dímelo en privado…».

CONSECUENCIAS

Si los protagonistas más importantes, influyentes y seguidos -ya sean directivos, entrenadores, capitanes y simples jugadores- hicieran como Mou, tantos cánticos y episodios de odio que cíclicamente escuchamos y vemos en los estadios, disminuirían. El distanciamiento de los campeones y líderes de sus aficionados representa un elemento disuasorio mucho más fuerte para que estos últimos repitan ciertas tonterías que cualquier multa que de todos modos nunca pagarán. Piénsese qué imagen tan potente si ante las chorradas y los aullidos racistas, los cánticos discriminatorios, las groseras ofensas a un adversario en el terreno de juego, los protagonistas del equipo local dijeran basta. La mayoría de las veces prefieren bajar la cabeza y cerrar los oídos. El ambiente exasperado y taurino que reina en los estadios, demasiado a menudo confundido con pasión, les lleva a justificar y aceptar todo. La mayoría de las veces guardan silencio por conveniencia, por una vida tranquila o porque ellos mismos son objeto de insultos, discriminación, cánticos de odio en los estadios contrarios. O sea: a nosotros también nos pasa… Llevamos mucho tiempo esperando que un rival defienda a un jugador negro de la mira, que los ídolos de los que cantan ésos acallen los cánticos antisemitas, o que proteger al entrenador objetivo de las infracciones es el colega del otro banco. Mourinho ha dado una lección, ahora solo hay que seguirla.



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