Una mujer de Zulzeke, en Flandes Oriental, salvó una vida este fin de semana gracias a su agudo oído. Se despertó en la noche y escuchó a alguien pidiendo ayuda a lo lejos. Su marido no escuchó nada. Pero de todos modos llamó a la policía, y algo bueno: pudieron rescatar a un hombre con hipotermia grave de un arroyo a cientos de metros de distancia.
Editorial
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