Es un secreto a voces que Nainggolan se atreve a fumar un cigarrillo. Eso lo saben en Amberes, y nadie hace un problema de eso. Pero el hecho de que lo vieran con un cigarrillo electrónico en el período previo al partido, y en el sofá en ese momento, es quizás una historia diferente. “No vi eso”, fue la breve respuesta de Van Bommel cuando se le preguntó qué pensaba de eso. Pero estaba claro en el rostro del holandés que tenía dudas al respecto. “Tengo que ver esas imágenes yo mismo antes de poder juzgarlas”.
Sobre el campo, Nainggolan -que intentó unas cuantas para encender la mecha en el Amberes- no pudo marcar la diferencia como suplente. No puede hacerlo solo, por supuesto. Más que amenazar con un tiro elevado (over) y unos buenos centros no fue posible.
Por ejemplo, la turbulenta semana de Nainggolan consiguió ayer un capítulo extra, después de que el pasado miércoles tuviera que presentarse en comisaría por conducir sin carné de conducir. Después de pasar unas horas en la cárcel, se le permitió volver a consumir, aunque sin su vehículo. Ese asunto se discutió internamente, no hubo ninguna sanción del club. Tendrá que volver a explicarlo al juez de policía, tuvo que entregar su vehículo y en una nueva demanda se arriesga hasta a dos años de prisión, dos años de prohibición de conducir y 16.000 euros de multa. ¿El cigarrillo electrónico (después de ver las imágenes) también se manejará con discreción?
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