Desbloquea el Editor’s Digest gratis
Roula Khalaf, editora del FT, selecciona sus historias favoritas en este boletín semanal.
Javier Milei, un economista libertario inconformista, ha prometido profundos recortes en el gasto después de jurar como presidente de Argentina, diciendo que sólo un cambio radical puede sacar a la nación sudamericana de su peor crisis en décadas.
“Hoy estamos poniendo fin a una larga y triste historia de decadencia y decadencia y estamos comenzando el viaje hacia la reconstrucción de nuestro país”, dijo Milei, de 53 años, ante una multitud que lo vitoreaba frente al Congreso después de prestar juramento presidencial.
Observado por dignatarios extranjeros, entre ellos Volodymyr Zelenskyy de Ucrania, el rey Felipe VI de España y políticos de derecha como el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, y el ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Milei finalizó su discurso de 35 minutos repitiendo su eslogan característico de campaña: “Viva ¡Libertad, maldita sea! ante los aplausos de la multitud.
“El desafío que tenemos frente a nosotros es titánico pero la verdadera fuerza de un pueblo se puede medir en cómo enfrenta los desafíos cuando se presentan”, dijo Milei.
“El discurso fue exactamente lo que Milei siempre ha dicho y es la Milei por la que votamos”, dijo Liliana Danesi, una pensionada de 67 años. “Me da mucha esperanza de que nuestros jóvenes no tendrán que seguir saliendo del país, porque muchos se han ido”.
Milei recién ingresó a la política en 2019 y ganó un cargo electo por primera vez en 2021. Su campaña insurgente derrotó a políticos de larga data jugando con su personalidad extravagante y prometiendo llevar una “motosierra” al Estado argentino. Ahora ha asumido uno de los desafíos económicos más enormes del mundo que le plantea el gobierno peronista de izquierda saliente.
Se espera que la inflación supere el 200 por ciento este año, más del 40 por ciento de la población vive en la pobreza, se avecina una recesión y el valor del peso se ha desplomado. Las reservas internacionales netas son negativas y para finales de enero se deben realizar pagos de más de 4.000 millones de dólares al FMI y a los acreedores del sector privado.
Deseoso de marcar una ruptura con la clase política argentina, a la que denunció durante la campaña como una “casta corrupta”, y de subrayar su condición de outsider, Milei llegó al Congreso en un sencillo Volkswagen azul oscuro.
Después de prestar juramento dentro de la cámara, bajó las escaleras para pronunciar su discurso inaugural afuera, bajo el sol de principios de verano, en lugar de hacerlo adentro ante los legisladores, como ha sido la costumbre desde el regreso de Argentina a la democracia después del gobierno militar en 1983.
Su discurso se centró en el terrible estado del país, pero evitó dar detalles de las medidas que planeaba, más allá de un recorte de cinco puntos porcentuales en el gasto público que, según dijo, recaería enteramente en el Estado y no en el sector privado.
Se esperaba que Milei enviara un proyecto de ley que describiera sus medidas económicas de emergencia al Congreso en los próximos días, donde enfrentará una recepción difícil. Su partido La Libertad Avanza tiene sólo un pequeño número de escaños en el Congreso y una reciente alianza con el bloque de centroderecha del ex presidente Mauricio Macri todavía lo deja muy lejos de alcanzar la mayoría.
Milei dijo que evitaría realizar venganzas y recibiría “con los brazos abiertos” a cualquiera que compartiera su proyecto de reconstruir el país bajo un nuevo contrato social donde “el Estado no dirige nuestras vidas, vela por nuestros derechos”.
Milei prestó juramento presidencial dentro de la legislatura ante gritos de “libertad” de los legisladores, mientras que una de sus más feroces oponentes, la peronista de línea dura y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, asistió a la ceremonia en su calidad de presidenta del Senado.
Pareciendo incómoda, Fernández de Kirchner frunció el ceño, mantuvo las manos en los bolsillos y evitó felicitar a Milei.
La noche anterior a la toma de posesión, los seguidores de Milei se habían reunido frente a la sede del banco central de Argentina para un velorio simbólico con velas. Milei había prometido durante su campaña cerrar el banco central y adoptar el dólar estadounidense como moneda nacional, aunque se ha retractado de ambas promesas desde que ganó las elecciones.
La comunidad empresarial argentina ha acogido con agrado la victoria de Milei y ha dejado de lado las preocupaciones sobre su falta de experiencia política y sus opiniones extremas con la esperanza de que pueda implementar reformas económicas serias, aunque muchos reconocen que las probabilidades en su contra son grandes.
“En los últimos 50 años en Argentina sólo hemos tenido dos experiencias de reformas liberales pro-mercado exitosas”, dijo Guido Moscoso, gerente de opinión pública de la firma de investigación Opinaia. “El gran desafío que tiene Milei es cómo imponer una agenda de reformas con éxito y mantener su popularidad. Su desafío es aún mayor porque es débil en el Congreso. . . tendrá que ser inteligente y pragmático”.