Milán-Sanremo, el análisis técnico: para Van Aert un solo plato de 52 dientes

Pogacar en su Colnago V4RS montará una 54-40 con 11-30, ruedas Enve 4.5, 28 Continental tubeless. Para el gran ex Michele Bartoli, entrenador desde 2008, el esloveno (que no tiene rumbo de su lado) y Alaphilippe «serán quiero una carrera dura”, con la Cipressa como punto crucial de cara a la meta

La 114ª edición de la Milano-Sanremo promete ser sumamente interesante. En el grupo hay tres puntos de referencia: Van der Poel, Van Aert y Pogacar. Pero, ¿cómo pueden ganar? ¿Y cómo pueden sus oponentes vencerlos? Intentemos hacer un análisis técnico. Los dos primeros hasta ahora no han recibido respuestas objetivamente positivas de ellos mismos. Después de una temporada cruzada en la que se mataron entre sí, todavía no parecen estar en la cima del camino. Pogacar, por el contrario, está en muy buenas condiciones pero no tiene la ruta de su lado. Incluso si Nibali demostró en 2018 que el campo se vuelve dócil cuando estás en buena forma. El esloveno sobre su Colnago V4RS montará una 54-40 con 11-30, ruedas Enve 4.5, 28 Continental tubeless infladas a 4,4 y 4,2 atm. Van Aert, por otro lado, en su Cervelo S5 equipado con Sram, adopta el plato único de 52 dientes con juego de piñones 11-28. El Classicissima, presumiblemente, cobrará vida en el Cipressa. Son 5,6 km con un desnivel medio del 4,1% (234 metros de desnivel): el récord lo establece Francesco Casagrande: 9’36” en 2001. Pantani en 1999 sólo tardó un segundo más. El fenómeno esloveno podría atacar aquí.

EL GRAN EX

“Seguramente él y Alaphilippe querrán una carrera dura – explica Michele Bartoli, que es entrenador desde 2008 tras una gran carrera en la carretera -. Espero que hagan un ascenso muy, muy rápido. La potencia media de los mejores debería rondar los 6,5-6,7 vatios/kg”. El problema son entonces los 9.100 metros que llevan de Aregai al cruce de Poggio, diez minutos de apnea. Sí, el Poggio: son 3,7 km con un desnivel medio del 3,7% (136 metros de desnivel), 4 curvas cerradas y 6 curvas. Faltan 9,2 km para llegar a la meta, la cuesta es -5,5. El récord es de Giorgio Furlan, 5’46” en 1994. Luego Fondriest-Jalabert en 1995 en 5’49”. “Il Poggio – dice Bartoli – se puede dividir en dos partes. La primera parte se hará en voz alta, a vatios constantes. También debemos considerar el hecho de que una rueda ahorra al menos 40 vatios. La diferencia se hace arriba”. A unos 700 metros de la cima donde hay 200 metros de desnivel máximo, 8%. Ahí, si un corredor tiene dinamita en las piernas puede hacer estallar la carrera». Alaphilippe o Pogacar -continúa Bartoli- para salir tendrán que aguantar casi dos minutos a 550 vatios de media con picos mucho más altos. Grandes valores”. Descenso con 23 curvas y 7 curvas cerradas. «Aún podría marcar la diferencia, como demostró Mohoric el año pasado». Que seguirá usando el poste cuentagotas. A 2,3 km de via Roma se vuelve a la Aurelia. Allí los jinetes de cabeza, si hay un grupo pequeño, se mirarán un segundo. Ese será el momento en el que Ganna, que llega muy rápido, tendrá que jugar su carta. Pippo, en su Dogma F, montó el 54-40 con piñones escala 11-30. Ruedas Shimano C60, con Continental tubeless: 25” delante a 4,8 atm, detrás 28” a 5,3. Este será el último Sanremo de Peter Sagan. El campeón eslovaco parecía hecho a medida para la Classicissima, pero no ganó ni una sola. Él, especialmente mentalmente, parece estar un poco agotado. Pero ojo porque su ADN es el de un ganador. Si en el Poggio se aferra al primero, en la vía Roma se vuelve muy peligroso. Peter, que conduce una Specialized SL7 (54-39 x 11-30) no usa neumáticos sin cámara sino Turbo Cotton inflados a 7.0-7.2. Y sueña con el triunfo que sería sensacional.



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