Mecanismos al aceite, moral de los campeones: el Inter hacia el Viktoria Plzen y la segunda vuelta

La tercera victoria consecutiva envía a Inzaghi al desafío decisivo en Europa con la convicción correcta. Pero ojo: contra los nerazzurri marcas y vuelves…

Después de sumar su tercera victoria consecutiva en liga por primera vez esta temporada, será mucho más fácil para el Inter y Simone Inzaghi preparar el partido de la tarde del miércoles (18.45 horas) en la Champions League ante el Viktoria Plzen. Un partido que, de ganar, dará a los nerazzurri, por segundo año consecutivo, la clasificación matemática para los octavos de final de la Champions League con una jornada de ventaja sobre el final de la fase de grupos. A decir verdad, Skriniar y sus compañeros solo necesitarán conseguir el mismo resultado que el Barcelona, ​​jugando en casa contra el Bayern (los blaugrana, sin embargo, saldrán al campo a los 21 sabiendo el resultado nerazzurro…), para acceder la fase eliminatoria, pero en la avenue della Liberazione y en Pinetina nadie hace cálculos. Contra los modestos bohemios, que siempre han perdido en las primeras cuatro rondas de la fase de grupos, logrando hasta 16 goles, el único resultado que se tiene en cuenta es el éxito.

EMPUJE SERIE A

El Inter llegará al punto de partido de la segunda vuelta de Champions con la moral a las mil y una renovada convicción en sus propios medios. Porque la noche de Florencia, si bien estuvo caracterizada por algunos errores defensivos evitables y la ayuda de la Diosa de los Ojos Vendados (fallo de expulsión de Dimarco para el penalti sobre Bonaventura y polémica morada por falta de Dzeko sobre Milenkovic en la acción del 4-3), dio un paso más impulso a un equipo ya en clara recuperación gracias a los cuatro puntos ganados en los dos enfrentamientos con el Barcelona y los triunfos ante el Sassuolo y el Salernitana. No ganar en el Franchi, sin embargo, hubiera significado dejar de lado las ambiciones de scudetto (sobre todo en el caso de la victoria del Napoli ante la Roma esta noche), objetivo que, por el contrario, Inzaghi supo plantear ante libretas y micrófonos. Él también sabe que su «criatura» sigue sin girar como le gustaría, pero ha revisado el carácter y las ganas de no rendirse nunca que ha distinguido a este grupo desde la llegada de Conte. El emblema es Nicolò Barella, en el banquillo ante el Bayern tras un derbi para olvidar y ahora de nuevo un espléndido centrocampista polivalente ya con 5 goles esta temporada. Gracias a los cara a cara de hoy (Atalanta-Lazio y Roma-Nápoles) seguro que se disfruta más ver la clasificación que el pasado 1 de octubre, cuando el 2-1 sufrido en San Siro había certificado la cuarta eliminatoria en las ocho primeras jornadas . En comparación con entonces, el mundo nerazzurri se ha puesto patas arriba.

REUNIÓN Y JEFE

En las entrevistas de Bastoni y Lautaro del pasado domingo y en la de anoche del propio Toro es constante la referencia al encuentro post-Inter-Roma, cuando en el vestuario los jugadores se miraban y también decían con la nariz dura lo que no fue. Era el momento de la reanudación del equipo, recién salido de las derrotas ante el Udinese y los Giallorossi. De ese enfrentamiento nació la hazaña ante el Barcelona en San Siro y el cambio de marcha de la temporada. Los gestos de reproche y desaprobación hacia sus compañeros se han desvanecido, hacer una carrera extra ha vuelto a la normalidad, pero sobre todo el Inter ha desaparecido al borde de un ataque de nervios visto a principios de la 2022-23. Inzaghi con sus palabras ayudó a cambiar el «chip» en la cabeza de los solteros, pero la aclaración en Pinetina a principios de octubre pesó mucho.

DEMASIADOS GOLES

Sin embargo, no todo es perfecto y los mecanismos del Inter no giran como los de un reloj suizo: de hecho, los problemas de los demasiados goles acumulados y las remontadas sufridas quedan por resolver. Sobre todo fuera de casa donde el equipo toma agua de manera conspicua: tres goles a la pasiva en Roma ante la Lazio, en el derbi en casa de los rossoneri, en Udine, en Barcelona y anoche en Florencia; uno en Lecce y Reggio Emilia, cero solo en Pilsen contra la modesta Viktoria. El total dice 17 balones recogidos en propia portería en 8 partidos externos. Demasiados para soñar con el Scudetto. Se necesita urgentemente una solución inmediata. Y preocupan también las remontadas «concedidas» al rival: del 1-0 al 1-1 en Lecce, del 1-0 al 1-3 ante el Milan, del 1-0 al 1-3 ante el Udinese, del 1-0 al 1-2 contra la Roma, del 2-1 al 2-2 y del 3-2 al 3-3 contra el Barcelona, ​​del 1-0 al 1-1 contra el Sassuolo, del 2-0 al 2-2 y del 3-2 a 3-3 en Florencia. Cuando este Inter toma la delantera, es difícil cerrar el enfrentamiento o lograr manejarlo como sucedió muchas veces con Conte, pero también con bastante frecuencia la temporada pasada con Inzaghi. Los errores individuales siguen siendo demasiado frecuentes y algo debe corregirse rápidamente. El miércoles ante el Pilsen está prohibido cometer errores: el Inter debe ser lúcido, cínico y no… loco como en Florencia. Aunque ganando un partido como el de Franchi, en el minuto 95 gracias a un gol en un rebote (es Venuti el que devuelve el balón del 4-3 a Mkhitaryan), es precisamente de… Inter.



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