Los goles de Lee, Zaire-Emery y Vitinha rompieron la tenue resistencia visitante y lanzaron al equipo de Luis Enrique a lo más alto de la clasificación durante un par de noches. El partido de Liga de Campeones contra los rossoneri el martes en San Siro
Demasiado PSG para el Montpellier. Incluso sin Mbappé, seco. Pero incluso cuando el delantero se queda atascado, el equipo de Luis Enrique sabe encontrar la manera de marcar. Esta noche se llevaron la victoria Lee, Zaire-Emery y Vitinha, todos dominadores y enviando un mensaje claro al Milán: en San Siro, el martes en la Liga de Campeones, los parisinos llegan allí para dictar el partido, como gran parte de la ida. Mientras tanto, el Emir del club qatarí se sitúa en primera posición, a la espera del Niza, en el partido del domingo contra el Rennes.
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Sin embargo, en el minuto 10 el PSG ya estaba 1-0. Acción coral que Lee remata con un zurdazo por la escuadra. La acción empezó por la derecha con la inserción de Dembélé para Hakimi que se levanta, centra por dentro para Mbappé que filtra y el balón llega al surcoreano que controla y mete. Acción que premia el dominio de los locales, sobre el terreno de juego no con el habitual 4-2-4, sino con un 3-4-3 con Lucas Hernández descansado en el banquillo: en su lugar por la izquierda está el regreso de Mukiele. En el centro del campo, los ya intocables Zaire-Emery y Ugarte, con Hakimi y Lee en las bandas. Y tridente rematado con un sordo Kolo Muani. Montpellier, que responde con un 4-2-3-1 más sobrio, concede, pero no se hunde, también porque el PSG no se vuelve feroz, salvo de vez en cuando con algunas incursiones por la derecha, con Dembélé llegando al tiro 26′, pero descarga sobre Lecomte en el primer palo. Así el Montpellier sigue vivo, pero no más allá del minuto 13 cuando Zaire-Emery abre y cierra la acción de doblete, con un taconazo claro de Dembelé en el área. Vitinha se hace cargo del trío, sustituyendo a Lee, que salva con un disparo desde el centro del área, tras un servicio desde la derecha de Hakimi (21′). Noche tranquila para Donnarumma, nunca en peligro. En la final, unos minutos también para el ítalo-ghanés Yeboah.