Max Verstappen, la palabra al rey de la F1

La pasión por el pádel y la comida italiana. Intolerancia a las tareas del hogar. La idea de construir un museo y el encuentro con Brad Pitt. El tres veces campeón del mundo de Fórmula 1 habla de sí mismo. «Y le pido a John Elkann… un Ferrari»

Quizás algún día se canse de la F1. Pero nunca se cansará de correr. Las carreras han sido parte de su ADN desde su nacimiento. Max Verstappen creció a base de pan y motores. Su padre Jos, un ex piloto de F1 que corrió para Benetton con michael schumacher, lo esperaba a la puerta del colegio para llevarlo cada semana a dar una vuelta por la pista de Genk. Y cuando llovía era una oportunidad para aprender las trayectorias perfectas, como Ayrton Senna. Juntos recorrieron decenas de miles de kilómetros en una furgoneta, con la música de Elvis Presley y Tom Jones de fondo, viajando desde Holanda hasta Italia para permitir a Max competir de niño con los mejores pilotos de karts. Entonces se convirtió en un fenómeno.



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