Mattarella: grave riesgo por concentración de capital y tecnología. «Demasiada polarización»

Frente a la excesiva polarización de las ideas, debemos recordar que el pluralismo es el alma de la democracia. La advertencia viene del Presidente de la República Sergio Mattarella intervino en la ceremonia celebrada en el Quirinal para intercambiar saludos con representantes de las instituciones, de las fuerzas políticas y de la sociedad civil.

«Existe en todas partes un fenómeno de polarización evidente y progresiva que afecta a muchos aspectos de nuestra convivencia. Parece cada vez más difícil preservar el espacio para el diálogo y la mediación dentro de sociedades que parecen ser objeto de fuerzas centrífugas divergentes, con una peligrosa reducción de las oportunidades de diálogo, colaboración e intercambio. Se trata de una dinámica que no concierne sólo a la política, sino que la precede y va mucho más allá – observa el Jefe de Estado -. Toca esferas sociales, económicas, culturales e incluso éticas. El pluralismo de ideas, la articulación de diferentes opiniones representan el alma de una democracia. Éste es el principio cardinal de las democracias de las sociedades occidentales.” Pero cada vez más, se queja Mattarella, “aparece el camino de una radicalización que pretende simplificar excluyendo la escucha y reduciendo la complejidad a las categorías de amigo/enemigo”.

Grave riesgo por concentración de capital y tecnología

«La concentración de enormes capitales y poder tecnológico en muy pocas manos, así como el control centralizado de los datos, que pueden definirse como el nuevo petróleo de la era digital, determinan una condición de grave riesgo». Para el Presidente de la República «glos efectos son evidentes” y reflejan un panorama radical (y peligrosamente) cambiante. «Pocas personas, no una sola, como se atreve a interpretar, con inmensos recursos económicos, que ganan más de 500 veces el salario de un trabajador o empleado – explica el Jefe de Estado -. Las grandes empresas que dictan sus condiciones a los mercados y, por encima de las fronteras y autoridad de los estados y organismos internacionales, suelen escapar a cualquier regulación, empezando por las obligaciones fiscales. Pareciera que, como en una dimensión separada y paralela a la generalidad de la humanidad, la riqueza se persigue como un fin en sí misma; en realidad como un instrumento de poder mucho más que en el pasado porque permite liberarse de cualquier autoridad pública efectiva”.



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