El 70 por ciento de los niños que huyeron o emigraron recientemente a Flandes y ahora están en la escuela primaria, no siempre se sienten seguros en un aula flamenca. Esta es la conclusión de un estudio realizado por KU Leuven y UGent. Además, más de uno de cada cuatro afirma que sufre estrés postraumático.
Es la primera vez que se trazan las consecuencias mentales de los vuelos o la migración reciente para los niños de las escuelas primarias flamencas. Un equipo de pedagogos y psicólogos de KU Leuven y UGent encuestó a profesores, alumnos y padres en tres escuelas primarias flamencas con un alto número de alumnos de origen inmigrante.
De los 120 niños encuestados entre las edades de 8 y 12 años, el 30 por ciento informó haber experimentado síntomas severos de estrés postraumático. Uno de cada cuatro dice tener muchos o muchísimos problemas de comportamiento. Pueden ser problemas como la depresión o la ansiedad, pero también puede manifestarse en comportamientos inquietos, hiperactividad o arrebatos agresivos hacia los demás.
“Estas cifras son claramente más altas que las de los niños sin antecedentes migratorios”, dice Lucia De Haene (KU Leuven), una de las investigadoras. Notable, porque si preguntas a los profesores, parecen estimar el problema mucho más bajo: según ellos, solo uno de cada veinte alumnos con antecedentes migratorios tiene este tipo de problemas de conducta.
También llamó la atención que tanto los niños que huyeron a Bélgica, en parte por situaciones de guerra, como los niños que migraron recientemente (por razones económicas, por ejemplo) reportan un alto nivel de quejas postraumáticas. “Eso puede tener varias explicaciones”, dice De Haene. “Por ejemplo, ambos grupos pueden haber enfrentado experiencias traumáticas durante el proceso de migración. Pero las malas condiciones de vida, el racismo o la discriminación aquí con nosotros también pueden contribuir a esto”.
Los investigadores también encontraron que el 70 por ciento de los niños encuestados no siempre encuentran segura la atmósfera en el salón de clases. Eso es significativamente más alto que en las clases sin una composición multiétnica. Sin embargo, el ambiente del salón de clases puede ser un lugar importante para trabajar en el bienestar mental. Pero los síntomas de estrés postraumático, que incluyen una gran desconfianza e hipervigilancia, pueden hacer que los niños de origen migrante vean las interacciones de manera más negativa y que sea más difícil hacer amigos. Al mismo tiempo, muchos estímulos, conflictos o bullying en el aula pueden reforzar estos síntomas.
Según los investigadores, a los docentes en particular se les debe dar más tiempo y apoyo para detectar los problemas a tiempo y hacerlos discutibles. Si bien los docentes encuestados estaban muy preocupados por la salud mental de los estudiantes, no siempre tendrían los conocimientos necesarios para apoyarlos. Un proyecto piloto en el que se incorporaron creativamente historias de migración en la lección ya aseguró que los estudiantes describieran el ambiente en el aula de manera más positiva y que las quejas postraumáticas en los niños más vulnerables disminuyeran.