Más cabeza y menos… Mamá. Por eso Tsitsipas puede soñar con el Grand Slam

El griego parece estar en el mejor momento de su carrera. La evolución en la relación con los padres es una de las claves del nuevo Stefanos, que puede esperar en la empresa ante Djokovic

Cabeza, brazo y piernas. Un tenista es un engranaje complejo en el que todos los componentes deben encajar, ir a la misma velocidad, crecer juntos. La versión actual de Stefanos Tsitsipas, por segunda vez en su carrera en una final de Grand Slam -aunque Djokovic olvidó la primera, en Roland Garros hace dos años, pese a ganar en la remontada al griego- es prueba de ello. El número 4 del mundo -ya prácticamente 3º, en caso de victoria en Melbourne se convertiría en el primer jugador del ranking- por fin parece preparado para ganar un Grand Slam, si Nole se lo permite. Todo empieza desde arriba, desde la cabina: la cabeza, que muchas veces ha frenado al ateniense, ahora lo hace ligero, favorece sus movimientos en el campo y no frena su brazo.



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