Marco Pantani, veinte años de soledad


El Pirata murió el 14 de febrero de 2004. Hoy nadie lo ha olvidado: su leyenda ha desafiado al tiempo. El ciclismo, el deporte y, sobre todo, la madre Tonina la extraña. Por eso el campeón de Romaña fue especial

El 14 de febrero de 2004, Italia amaneció de buen humor: era sábado, el mejor día para San Valentín, la fiesta de los enamorados. A nadie se le ocurrió publicar algunos mensajes sociales para “compartir” lugares, lugares y sentimientos. Nadie pensó en ello por una sencilla razón: las redes sociales no existían. De hecho, hubo uno: Facebook, «nacido» a principios de mes por el padre Mark Zuckerberg en la cantina de Harvard. Pero aquí estábamos hablando de otra cosa. Política, con Silvio Berlusconi en el Palazzo Chigi al frente de su segundo gobierno; fútbol con el Milán del Cavaliere en lo más alto de la tabla; de costumbre con la Scala de Milán todavía cerrada por restauración. Jannik Sinner tenía sólo dos años y medio, mientras que el 28 de marzo en Miami tendría lugar la primera vez de un partido destinado a reescribir la historia de la raqueta: Roger Federer contra Rafa Nadal. Nada presagiaba un crepúsculo de lágrimas, dolor, asombro y rabia. El buen humor del sábado italiano se desvaneció pasadas las 22.00 horas, entre una copa de vino y un postre. El Ansa marcó una última hora rodeado de estrellas. Cuando sucedió, el significado fue claro: una noticia muy importante. Aquello fue más allá, paralizó las redacciones de todo el mundo: «MACO PANTANI ESTÁ MUERTO».



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