«El Plan de Transición 5.0 es una medida crucial para las empresas, las medidas introducidas por el decreto son en general positivas». Sin embargo, para ser operativa, la medida necesita un decreto de aplicación: hay algunos “puntos de atención” sobre los que es necesario reflexionar. En particular, “los sectores excluidos son una paradoja”: la ley excluiría a numerosas empresas, más de mil, en sectores estratégicos para el país. «Esperamos una discusión constructiva con el gobierno para definir el perímetro de las exclusiones». Y es “urgente definir el contenido del decreto de aplicación y ofrecer a las empresas, en tiempos compatibles con las estrategias de inversión, las aclaraciones necesarias sobre los distintos puntos abiertos”. Es necesaria una coordinación inmediata entre los distintos actores institucionales implicados, Mimit, la Agencia Tributaria, GSE, y “debe establecerse una sala de control con las empresas para un debate amplio y continuo en el tiempo sobre la aplicación de la ayuda”.
Este es el mensaje que Maurizio Marchesini, vicepresidente de Confindustria para las Cadenas de Suministro y las Medianas Empresas, lanzó ayer a los diputados de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, en la audiencia sobre el decreto de implementación del Pnrr, que contiene la remodulación de los fondos. para el Plan de Transición 5.0. Ante una maniobra presupuestaria para 2024 que falta en el lado inversor, destacó Marchesini, “el 5.0 pone a disposición de las empresas 6.300 millones de euros, que se suman a los 6,4 restantes para la continuación del Plan 4.0 hasta 2025”. Por tanto, hay casi 13 mil millones de euros disponibles. Medida positiva, “porque tiene como objetivo relanzar las inversiones privadas para la doble transición y hacer más transparente la implementación del Pnrr”. El Plan es “consistente con las principales indicaciones dadas por Confindustria en el diálogo con el Mimt, es decir, definir un marco determinado para el acceso a la subvención, reforzar el vínculo entre digitalización y sostenibilidad, apoyar la adaptación de las competencias”.
Pero hay que prestar atención al decreto de aplicación. Marchesini destacó tres aspectos principales: los ajustados plazos de implementación, la prohibición de acumulación con los beneficios previstos en la llamada ZEE única y las categorías excluidas.
Según el legislador, la exclusión se refiere a categorías que realizan actividades que entran en conflicto con el principio de no causar daños significativos al medio ambiente. En lo que respecta a los sectores de alto consumo energético, la norma, destacó Marchesini, excluiría a las empresas productoras de papel, cerámica, acero, metales no ferrosos, hierro fundido, cemento, productos químicos diversos, hidrógeno y otros. Sectores estratégicos, en la base de las cadenas de suministro industriales, penalizando su competitividad. Deberían ser incluidos, para apoyarlos en el proceso de reducción de emisiones, con beneficios que se extenderían a todas las cadenas productivas. Necesitamos una discusión con el gobierno. Otro problema son los tiempos de implementación: se dispondrá de menos de dos años para realizar las inversiones y en los próximos meses podrían surgir cuellos de botella en el lado de la oferta, es decir, la incapacidad de los proveedores para completar pedidos concentrados en un corto período de tiempo.
En cuanto a la acumulación, según Marchesini no se entienden los motivos de la prohibición, considerando que la 5.0 contiene medidas generales y no selectivas. También teniendo en cuenta que el decreto reduce sustancialmente la refinanciación de los contratos de desarrollo, muy utilizados en el Sur: «El panorama que surge – afirmó – corre el riesgo de no ser favorable a la reactivación de las inversiones y a la reducción de las brechas en esa zona del país.”