Los restos de las chimeneas yacen en el suelo, sobre una capa de escombros que debía amortiguar la caída de las carcasas exteriores de hormigón. De las dos chimeneas sólo quedan en pie las partes inferiores, listas para su demolición. Cientos de espectadores siguieron ayer por la mañana el espectáculo desde lejos, entre ellos el director, actual propietario del lugar. El año que viene su negocio de materiales de yeso se trasladará por completo a otra ubicación.