Maldiciones en la iglesia para los jugadores avanzados: Rosalía captura el espíritu de la época en su grandioso nuevo disco ‘Motomami’


Rosalía se burla de su propia fama en Motomami, su tercer álbum, y celebra la libertad. La banda sonora de esa fiesta es simplemente magnífica.

Sasha Van Der Speeten20 de marzo de 202218:00

Motomami cambiará la música pop para siempre. Es una colección de canciones que se siente como un punto de inflexión: una acumulación y consolidación del laberinto de impulsos subculturales que han marcado a la Generación Z en los últimos años. En esa zona alberga Motomami un triunfo anunciado. Al fin y al cabo, en los últimos años hemos informado a menudo en este periódico sobre el creciente impacto de estilos musicales no occidentales como el afrobeat o el reggaeton en la música pop. Por lo tanto, no debería sorprender que alguna vez aterrizara un disco que marcaría las i y serviría como el último punto de referencia musical para tal ola cultural.

Motomami establece una estética musical futura y un estándar de calidad que adorarán los músicos pop en ciernes, como Miss E… tan adictiva por Missy Elliott lo hizo una vez. Y, como tarea por Daft Punk o Falso de Burial parece Motomami para servir a un lenguaje pop completamente nuevo, pero al igual que las obras maestras antes mencionadas, los híbridos musicales de Rosalía también están profundamente arraigados en el underground.

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Porque la fusión aparentemente temeraria de sonidos modernos de diferentes continentes, por supuesto, no es algo que se le haya ocurrido a Rosalía. En los años 80 y 90, los sonidos africanos y sudamericanos ya encontraron un público más amplio a través de fusiones con el post-punk o géneros electrónicos como el trip hop y el drum and bass. No fue hasta el cambio de milenio que aventureros independientes de mente abierta como Diplo, MIA, Santigold y Buraka Som Sistema trajeron subgéneros aparentemente exóticos como el kuduro, el dembow y el baile funk a los escenarios de festivales estadounidenses y europeos.

El dominio global de la cultura hip-hop hizo el resto después de 2010: su afinidad con los estilos musicales congoleños, nigerianos, brasileños o afrocaribeños hizo que la audiencia pop promedio fuera más tolerante con los sonidos que no necesariamente caen dentro de un marco de referencia occidental. No es de extrañar que las listas de éxitos de hoy estén llenas de ritmos de reggaeton y afro-trap.

hablar sucio

Pero Rosalía va más allá Motomami† Hace cuatro años, la cantante catalana se abrió paso con su segundo disco, El Mal Querer, en el que adornó con esmero el flamenco con el que creció con reguetón y autotune. La serie de sencillos que lanzó a raíz de ese álbum resultó ser cada vez más radical en sus polinizaciones cruzadas. en Motomami ella saca las características del estilo fuera de contexto como nunca antes. Ella hace que el hip-hop capitalista que encabeza las listas de éxitos contraste maravillosamente con el más sucio. Riddims del caribe juvecarnavales, redefiniendo muchos subgéneros. Es un juramento en la iglesia para estudiantes avanzados.

“Me contradigo / yo me transformo”No en vano, Rosalía canta en ‘Saoko’, que empapa el reguetón de punky electro. En ‘La Fama’ rompe la bachata dominicana abierta a cantar dulcemente sobre la fama y la fama con The Weeknd (“amantes terribles” e “hipócritas y poco confiables”, canta). ‘Diablo’ vuelve a ser los mismos temas del reguetón, pero esta vez para flipar con sintetizadores mugrientos que dan paso a la voz de James Blake a mitad de camino.

El ‘Hentai’ producido por Neptune hace un guiño al anime porno japonés del título y es esencialmente un pase libre para que Rosalía venda charlas sucias. En medio de la percusión electrónica, sueña en voz alta con montar a su amado como si fuera su bicicleta. (“Te quiero andar como a mi bicicleta”)ella confiesa que ama absolutamente su arma (“Enamorá de tu pistola”)uno con supuestamente un diamante en la punta (“Caro como que tiene un diamante en la punta”)† Divertida y cachonda, así es Rosalía en 2022.

Cuando reduce la velocidad y se despoja de sus raíces musicales de la deslumbrante producción, nos golpea justo en el corazón. En ‘Bulerías’ su maravilloso fraseo flamenco se siente de otro mundo, hasta que el autotune toma el relevo y estamos en territorios de Kanye. ‘Delirio De Grandeza’, en cambio, es un imperecedero del astro cubano Justo Betancourt, intercalado con ¡sacrilegio otra vez! – una muestra de la cantante de hip-hop Soulja Boy.

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Así se mete Rosalía Motomami una docena de universos musicales mezclados con un arrogancia propio de los más grandes visionarios de la historia del pop. Como resultado, este disco es bastante experimental para alguien que es percibido y promocionado como un artista convencional. Queda por ver si las ganas de experimentar de Rosalía serán toleradas en un universo pop donde este tipo de intrépida polinización cruzada por voces más extremistas se toma rápidamente por apropiación cultural.

En el pasado, la cantante ya fue criticada cuando, como catalana blanca, arrebató una serie de Latin Grammys en las narices de los latinos negros que estaban en la cuna de los géneros musicales que ella está reinterpretando. Ella se parece a esa repercusión. Motomami queriendo cortar de raíz mencionando de vez en cuando a sus ídolos (puertorianos como Tego Calderón y Willie Colón, pero también raperos como Lil’ Kim) y destacando en entrevistas que sobre todo quería hacer un disco de fiesta sin complicaciones, con el máximo respeto por sus predecesores.

El dominio de Rosalía en el pop de 2022 será total. Ningún disco de este año capturará la abundancia de impulsos de la cultura pop de hoy de manera tan acertada y simultánea vertiéndolos en música irresistible. No podrás esquivarla. Rosalía es la mujer que enseñará a sus hijos a hablar español.

Motomami ya está disponible en Columbia Records.



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