Maestro de las frases largas, minuciosas y embriagadoras, que en realidad mereció el Premio Nobel


Javier Marías.Imagen ANP/EPA

Si hay un escritor español que mereciera el Premio Nobel es Javier Marías, que falleció este domingo a los 70 años. No lo consiguió, pero fue uno de los favoritos durante años y eso dice mucho de su reputación internacional, que quizás sea incluso mayor que su estatus en España. Allí se ganó muchos enemigos con sus afiladísimas y despiadadas ideas sobre España, que aireaba en su columna semanal en El País.

La última vez que un español recibió el Premio Nobel de Literatura fue en 1989. Ese honor recayó entonces en Camilo José Cela, un escritor que apenas representaba nada fuera de España. 1989 fue también el año en que todas las almas Apareció, la novela con la que Marías, nacida en Madrid en 1951, se abrió paso en España. Eso fue casi veinte años después de su primera novela. Los dominios del lobo (Los dominios del lobo1971), que se originó en París.

Allí, la jovencísima Marías vio unas ochenta películas americanas de los años treinta, cuarenta y cincuenta en un corto espacio de tiempo. Sobre esa base, escribió una novela que no tenía nada que ver con España salvo el idioma. La historia, los personajes, la decoración: todo era estadounidense de cabo a rabo y eso era una declaración. Marías no quería ser un escritor como Camilo José Cela, que había elevado a marca registrada lo ‘típicamente español’ (caracteres, lengua, hábitos).

Profesor visitante en Oxford

Marías continuó experimentando con nuevas formas durante años, no solo como novelista sino también como traductora (Lawrence Sterne, Thomas Browne, Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, William Faulkner). Así fue como afiló su pluma y desarrolló su estilo, que en todas las almas encontró su forma final. En él, Marías también contó por primera vez una historia arraigada en su propia vida: sus dos años como profesora invitada en la Universidad de Oxford.

No faltan los momentos divertidos en todas las almas, pero no es una típica novela universitaria. En oraciones largas y sinfónicas, Marías explora no tanto la ciudad universitaria inglesa como los pensamientos de su alter ego, quien necesita una sola impresión visual o un fragmento de conversación para crear una imagen detallada del mundo más allá.

El personaje anónimo de Marías no solo ve los pequeños pedazos de la realidad que captan su atención en el más mínimo detalle, también ve una cantidad asombrosa en esos detalles. Interpreta, presupone y fantasea al respecto, hasta la obsesión.

Esa forma de pensar y escribir, descrita por la propia Marías como ‘vagando con una brújula’, no cambiaría sustancialmente tras todas las almas. Toda la obra ‘madura’ de Marías encarna una forma intensa de mirar la realidad, que, gracias a la brillante cadencia de sus largas frases, se convierte también en una forma intensa de experimentar la realidad para el lector.

suicidio de una tia

Para el narrador de su próxima novela Un corazón tan blanco (1992) las oraciones y pensamientos prolongados son una estrategia para posponer una verdad incómoda y conflictiva: el papel de su padre en el suicidio de una tía suya. Las primeras palabras de la novela son engañosamente categóricas: “No quería saber, pero descubrí…”. No es tan simple: el narrador no quiere saber qué pasó, aunque su Curiosidad y las cosas que descubre no lo hacen. t exactamente hacer la vida más fácil.

En Alemania, Un corazón tan blanco – uno de los títulos que Marías tomó prestado de la obra de Shakespeare – un éxito millonario después de que el papa de la literatura Marcel Reich-Ranicki elogiara la novela en su muy visto programa el cuarteto literario. Este éxito continuó sin esfuerzo con Piensa en mí en el campo de batalla mañana (1994), una especie de hermano gemelo de Un corazón tan blanco.

Pero con la ‘falsa novela’ La espalda negra del tiempo (1998) Marías de repente se lo puso mucho más difícil a sus lectores. Se trataba de una brújula errante en una forma mucho más radical: no, como en sus novelas “reales”, sobre la base de una trama (por endeble que fuera), sino sobre la base de una exploración serpenteante de los límites de la realidad y la ficción a modo de resultado de las interpretaciones autobiográficas de largo alcance de todas las almas.

También Tu cara mañana (tres partes: 2002, 2004, 2007) continúa todas las almas. De nuevo el español que dio clases en Oxford y que ahora ha vuelto a Inglaterra tras un matrimonio fallido, esta vez para trabajar para el servicio secreto británico. La novela comienza con las ominosas palabras ‘Uno nunca debe contar nada’ y eso parece irónico si se considera que Tu cara mañana unas mil quinientas páginas. Pero en realidad, este mantra como mandato expresa una paradoja que recorre como un hilo conductor la obra de Marías: quizás es mejor callar y aun así hablar.

Hablar o callar: Ya sea que hagamos lo uno o lo otro, ambos tienen consecuencias trascendentales para nosotros y para nuestra realidad. Eso es lo que las novelas de Marías muestran y sienten una y otra vez. También de vuelta en Los amantes (2011), en la que interpreta por primera vez a una narradora en primera persona, en Así de mal empieza (2014), en Berta Isla (2017) y en su canto del cisne de puño grueso Tomás Nevinson (2021), una auténtica novela de espionaje pero escrita en esas frases largas, minuciosas, embriagadoras, que Marías tiene patente.

La traducción holandesa de Tomás Nevinson será publicado a finales de este mes por los editores de Meulenhoff.



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