El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, prestó juramento el domingo en la Plaza de los Tres Poderes en la capital Brasilia. Con esto, el político de izquierda de 77 años asume el cargo por segunda vez después de un período anterior entre 2003 y 2011.
Debido al temor a la violencia de los seguidores fanáticos del presidente saliente, Jair Bolsonaro, y al temor de un posible ataque, se implementaron estrictas medidas de seguridad durante la toma de posesión. Por ejemplo, la agencia de noticias Reuters informó que poco antes de la ceremonia de juramentación, la policía brasileña arrestó a un hombre con fuegos artificiales y un cuchillo que intentó ingresar al predio donde se llevó a cabo la ceremonia. Los partidarios de Bolsonaro acamparon frente a los cuarteles del ejército en varios lugares del país en los últimos días, pidiendo el derrocamiento militar del gobierno entrante de Lula.
Su nueva presidencia, por lo tanto, comienza en el contexto de un país ferozmente polarizado. La oposición al nombramiento de Lula entre sus opositores políticos es fuerte. En octubre, en una de las elecciones presidenciales más tensas en más de tres décadas, derrotó al ultraderechista Bolsonaro por menos de dos puntos porcentuales. Durante meses, Bolsonaro había puesto en duda la fiabilidad del voto y en ningún momento admitió enfáticamente la derrota. Aunque es costumbre en Brasil que el jefe de Estado saliente entregue ceremoniosamente la banda presidencial a su sucesor, Bolsonaro no asistió a la ceremonia de juramentación del domingo. Antes del año nuevo voló a los Estados Unidos.
La tarde del domingo, las calles de Brasilia se llenaron de simpatizantes del nuevo presidente vestidos de rojo del Partido de los Trabajadores de Lula, informó la agencia de noticias AP. Los espectadores corearon el nombre de Lula y cantaron una canción que pedía al presidente saliente, Jair Bolsonaro, que se fuera.
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