Desde hace dos años, la llegada de un grupo de jóvenes de trece y catorce años procedentes de zonas de guerra de Eritrea, Siria y Sudán impregna el ambiente en una zona residencial de Aerdenhout, en los alrededores de la casa parroquial de la iglesia Antonius. Los residentes locales temen molestias y una disminución del valor de sus viviendas. Para evitarlo, recurren a un último recurso: procedimientos judiciales de emergencia.
Destino de hospitalidad
Los vecinos han interpuesto un procedimiento sumario creyendo que el juez de primera instancia será sensible a las llamadas disposiciones de servidumbre de 1904 y 1918. Se trata de acuerdos entre vecinos de villas. La primera disposición establece que sólo podrán construir en sus parcelas construcciones que no perjudiquen el carácter de una casa de campo: como una cochera o un cenador. La disposición segunda establece que los edificios nunca podrán tener un destino de restauración como un hotel, una pensión o una cafetería-restaurante.
Otra función: casa parroquial
Niels Beelarts van Blokland, abogado de los residentes locales, opina que a la casa parroquial se le debería dar una función diferente, albergando a los adolescentes refugiados. En su opinión, se convertirá en una casa residencial, que automáticamente volverá a estar sujeta a servidumbre. En nombre de la COA (Agencia Central de Acogida de Solicitantes de Asilo) y de la parroquia Antonius, la abogada Floris Sepmeijer responde que la renovación de la casa parroquial y de la sala de descanso (coste: un millón de euros) se ha realizado en gran medida en el interior, por lo que no hay cuestión de cualquier daño al carácter rural.