La simpatía por la protesta de los agricultores se está desmoronando entre los transportistas que están dejando su huella ahora que el puerto de Zeebrugge está cerrado desde hace días. La pérdida asciende a millones y la pregunta es quién pagará por ella. “Si no enviáramos camiones cuando los agricultores estaban cosechando, el espacio sería demasiado pequeño”.
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