Lunes de Pascua en el pulcro Beatrix Park de Amsterdam. Vi a muchos caminantes del almuerzo après-Easter, obligados a disfrutar de las flores. Además, la gente rica paseaba con sus perros. Los perros del sur de Ámsterdam son más grandes que en cualquier otro lugar de la ciudad y su pelaje es más brillante. Hay más (tener tres perros es bastante común en esa zona), e incluso las ramas que los perros llevan en la boca son más gruesas.
Había un perro que estaba a punto de remolcar un árbol. En un momento lo dejó caer en medio de un camino. Su ama dijo: «¿Vas a tomar tu rama otra vez?» El perro brillante no lo hizo, por lo que había un árbol bloqueando el camino allí. El jefe decidió dejarlo así y yo no me atreví a hacer nada. Tenía miedo de que derribar el árbol fuera tomado como una crítica, lo que de hecho lo habría sido.