Los países occidentales pueden permitirse fácilmente un mayor apoyo a Ucrania.


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El autor es profesor emérito de economía internacional en la Universidad de Estocolmo, investigador principal del Instituto de Investigación de Economía Industrial y ex presidente del Consejo Sueco de Política Fiscal.

La guerra de conquista rusa en Ucrania, que ya dura dos años y medio, se ha convertido en una guerra de desgaste. Un factor que contribuye a ello es que el apoyo militar de Occidente ha sido insuficiente, se ha demorado y ha estado sujeto a demasiadas restricciones. Sin embargo, la incursión en curso en territorio ruso sugiere que, si se le proporcionan suficientes recursos, Ucrania puede afirmarse en el campo de batalla.

Los dirigentes rusos creen que el tiempo está de su parte y esperan que Occidente se canse de apoyar a Ucrania, lo que permitirá a Rusia soportar los costes de la guerra durante mucho más tiempo. Esto es paradójico, dado que los recursos económicos de Occidente superan con creces los de Rusia.

Como lo han demostrado las luchas de Europa por aumentar la producción de armas y municiones, puede resultar difícil traducir la fortaleza económica en capacidad militar en el corto plazo. Sin embargo, en un conflicto prolongado, las diferencias en materia de recursos económicos probablemente sean decisivas.

Como el nivel de precios es sistemáticamente más bajo en los países más pobres que en los más ricos, se deberían utilizar medidas del PIB ajustadas al poder adquisitivo para comparar el PIB de los distintos países. Según el Banco Mundial, el PIB de Ucrania ajustado a la paridad de poder adquisitivo es apenas una décima parte del de Rusia, lo que representa una enorme desventaja económica para este país. La razón no es sólo que la población de Rusia es casi cuatro veces mayor, sino también que el PIB per cápita es aproximadamente el doble. Al mismo tiempo, el PIB es aproximadamente nueve veces mayor en los Estados Unidos, la UE y el Reino Unido juntos que en Rusia. El PIB conjunto de la UE y el Reino Unido es cinco veces mayor que el de Rusia. Por lo tanto, Occidente puede movilizar recursos sustanciales para apoyar a Ucrania sin que su nivel de vida se vea afectado más que marginalmente.

Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, el gasto militar de Rusia en 2023 fue del 5,9% del PIB, mientras que el de Ucrania llegó al 37%. Esto significa que Rusia gastó aproximadamente 150.000 millones de dólares más. Supongamos que Occidente necesita aportar esa cantidad para permitir que Ucrania se mantenga en su posición. Eso corresponde a sólo el 0,26% del PIB de Estados Unidos, la UE y el Reino Unido juntos. Si la UE y el Reino Unido financiaran por sí solos el apoyo, constituiría el 0,48% de su PIB.

Supongamos además que se necesitan un 30% más de recursos del lado ucraniano para compensar la menor base de población y prevalecer, en el sentido de recuperar una parte importante de los territorios ocupados. Se necesitaría entonces una ayuda de unos 265.000 millones de dólares, lo que corresponde al 0,45% del PIB de los EE.UU., la UE y el Reino Unido, y al 0,85% del PIB de la UE y el Reino Unido.

Estos cálculos son aproximados. Si Rusia aumenta el gasto militar o Ucrania se ve obligada a reducir el suyo, la necesidad de apoyo se subestima. Se sobreestima en la medida en que no todos los gastos militares rusos se destinan a la guerra en Ucrania y es probable que el apoyo adicional a Ucrania llegue de países como Canadá y Noruega.

Sin embargo, los cálculos muestran órdenes de magnitud. En comparación con los costos de guerra de Rusia, los sacrificios económicos de los países occidentales en términos de PIB para proporcionar a Ucrania el apoyo necesario son pequeños. Estos últimos costos ascienden a mucho menos que el crecimiento normal del PIB de un año. Esto también es válido para Europa si tuviera que soportar toda la carga de apoyo en caso de que cesara la contribución de los EE.UU.

El apoyo a Ucrania debe considerarse una inversión para evitar costos futuros mucho mayores, no sólo financieros sino también humanos. Una victoria rusa en Ucrania podría conducir a más agresiones. El costo de oportunidad de no brindar suficiente apoyo ahora podría ser enorme, sentando un precedente peligroso de que los estados pueden anexar el territorio de otros mediante la conquista, algo que creíamos que el mundo había dejado atrás después de la segunda guerra mundial. Esto podría tener consecuencias devastadoras para el futuro, no sólo en Europa sino en todo el mundo.

Occidente tiene los recursos económicos necesarios para ayudar a Ucrania a resistir la agresión rusa, y la carga de ese apoyo será manejable. La forma más segura de crear la paz en Ucrania es que Occidente se comprometa a brindarle al país la asistencia que necesita, de modo que Rusia comprenda claramente los costos de continuar la guerra. Esto podría obligar a Moscú a cambiar de rumbo. Es cierto que en la actualidad no hay señales de que eso ocurra, pero la historia nos enseña que, a diferencia de lo que ocurre en las democracias, cuando el cambio llega a las dictaduras y las autocracias, lo hace de repente y sin mucho aviso previo.



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