Los países del G7 quieren arrebatarle la tecnología verde a China


Las principales economías occidentales y Japón acordaron trabajar más estrechamente para asegurar el suministro de materias primas y componentes para la transición energética. La financiación pública debe ser utilizada para esto. La decisión puede verse como un paso contra China, que domina las cadenas de producción de materias primas como el níquel, el cobre y el litio, así como el mercado de ciertos componentes de baterías, por ejemplo.

Los ministros de finanzas de los países del G7 -Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón- decidieron este miércoles en Washington unir fuerzas para establecer nuevas cadenas de producción de materias primas y componentes para energías verdes.

La ‘diversificación’ de las ahora ‘altamente concentradas’ cadenas de suministro de tecnología verde ‘podría contribuir a la seguridad energética’ mientras sirve al clima, afirma en la explicación publicado por los ministros del G7. El ministro de Finanzas de Japón, Shunichi Suzuki, actual presidente del G7, dijo en una conferencia de prensa que la decisión «no está dirigida contra ningún país en particular», pero agregó que «en el caso de la energía limpia, el foco está en China». Por «seguridad económica», la concentración en un solo país «no es deseable».

Lea también: Más Made in Europe, menos dependencia de China: ¿qué tan factibles son los planes europeos para la industria verde?

China es dominante en la producción de tecnología verde de varias maneras. Posee muchas minas de cobalto y controla la refinación de cobalto, que se usa en baterías para autos eléctricos, entre otras cosas. La gran mayoría de los imanes que se necesitan en los automóviles eléctricos y las turbinas eólicas también provienen de China. Es una preocupación creciente para los políticos occidentales. La Comisión Europea presentó recientemente planes para llevar la producción de tecnología verde a suelo europeo.

Señal política

Los países del G7 acuerdan «mejorar la cooperación» para asegurar las líneas de suministro, mediante el uso de «medios de financiación pública», como «exenciones fiscales, subvenciones, garantías, préstamos e inversiones gubernamentales». Los países pobres y emergentes, que producen materias primas y componentes, también deberían beneficiarse de esto.

Los acuerdos aún no son concretos, pero la señal política no lo es menos: los países democráticos deben defender con más fuerza sus propios intereses económicos en tiempos de crecientes tensiones geopolíticas con China y Rusia. Japón y los Países Bajos decidieron recientemente, bajo la presión estadounidense, restringir la exportación de tecnología de chips a China.

La pandemia -en la que Occidente demostró depender del equipo de protección médica chino- y la guerra de Rusia contra Ucrania -que mostró la dependencia de Europa del gas ruso- han demostrado que la «resiliencia económica» es importante, señala el comunicado del G7.

Fragmentación económica

Los ministros del G7 realizaron consultas al margen de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Irónicamente, uno de los grandes temas de la reunión del FMI es la “fragmentación geoeconómica”: la ruptura de la economía mundial en bloques rivales. De hecho, la cita del G7 es un ejemplo de ello.

El FMI está preocupado por esta tendencia: cuantas más barreras al libre comercio surgen, más sufre la economía mundial en su conjunto. Las decisiones sobre comercio e inversión transfronteriza se toman cada vez más sobre la base de consideraciones (geo)políticas, y menos sobre consideraciones económicas.



ttn-es-33