En la Península de Yucatán, el presidente mexicano López Obrador tiene una vía férrea de 1,500 kilómetros de largo construida para el Tren Maya, el tren maya. Se supone que debe atraer a los turistas, pero eso no les sienta bien a los propios mayas y al movimiento por la naturaleza.
Aparte del nombre, no hay nada ‘maya’ en el tren, dicen los grupos indígenas por cuyos territorios pronto tendrá que pasar el interurbano. El gobierno mexicano no ha buscado su opinión, argumentan. Temen que su tierra ancestral sea destruida para siempre si se construye una vía férrea de 1500 kilómetros para el turismo.
Biólogos y ecologistas también alertan del daño ambiental que ocasiona la tren maya amenaza con hacer. El interior de Yucatán consiste en un suelo pantanoso en el que, además de numerosos pozos naturales de agua subterránea (‘cenotes’), también hay muchas cuevas y cavernas únicas. Dejar retumbar un tren en esa zona pondría en grave peligro el ecosistema. El megaproyecto, con el que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (‘AMLO’) quiere dinamizar la turística, pero aún pobre región, significaría también la tala de miles de hectáreas de selva tropical.
toro de fuego
Sin embargo, los defensores dicen que un tren eléctrico alimentado por energía solar es más sostenible que las masas de vehículos utilitarios deportivos que emiten CO2 en la carretera. Puede atraer a los turistas, que hasta ahora se quedan principalmente en la famosa ciudad costera de Cancún, hacia el interior menos visitado. Las aldeas y las comunidades indígenas que hoy en día se ven privadas del maná turístico y que a menudo dependen de la migración solo se beneficiarán. Y lo que es más: a principios del siglo XX ya circulaban trenes por Yucatán, lo que los mayas llamaban ‘caca de uacax’ o ‘toro de fuego’. ¿Por qué no revivir esa parte olvidada de la historia?
Si la batalla entre los pros y los contras tiene lugar principalmente en la espinosa intersección de la economía y la ecología, entonces el populista de izquierda AMLO privó a su obra maestra de apoyo adicional al prácticamente hundirla en la garganta de la gente. Por ejemplo, el presidente decretó que el Tren Maya era un proyecto de seguridad nacional, un resquicio para eludir los requisitos legales que normalmente se imponen a proyectos de construcción de ese calibre. También se omitieron evaluaciones exhaustivas de impacto ambiental.
El enfoque autoritario del jefe de Estado tuvo, por tanto, un efecto boomerang: desde que la construcción se subcontrató al consorcio franco-canadiense Alstom-Bombardier en 2021, los problemas se han ido acumulando. Tanto asociaciones ecologistas como comunidades indígenas, agrupadas, entre otras cosas, en la organización paraguas ‘Sélvame del Tren’ (‘Sálvame del tren’, con referencia a ‘selva’ o selva tropical), acudieron a los tribunales y estuvieron casi a tiempo Tiempo después.
batallas legales
Hace solo unas semanas, un tribunal federal detuvo los trabajos en la sección cinco, la sección de la vía férrea que supuestamente conectaría Cancún con el famoso sitio maya de Tulum y que atravesaría la selva virgen.
Batallas legales similares se han llevado a cabo, o prometen hacerlo, en cada una de las siete piezas principales en las que el tren maya conducirá, en cada uno de los cinco estados (Yucatán, Quintana Róo, Campeche, Tabasco y Chiapas) por los que tiene que pasar.
El costo también ha resultado ser motivo de preocupación: en lugar de los 120.000 millones de pesos presupuestados (6.300 millones de euros), el tren, también admiten las autoridades, ya consumiría hoy tres veces esa cantidad.
Como si todo eso no fuera suficiente, las obras de construcción también provocan discusiones sobre la seguridad. Para evitar el sabotaje, el gobierno federal ha aumentado la presencia militar en la región. Pero las comunidades indígenas como las de Calakmul, un sitio maya en Campeche, dicen que los militares los intimidan.
También temen dificultades en la ciudad lagunar de Bacalar. En el periodico El Pais residente Aldair Suaste expresa preocupación por la especulación inmobiliaria y la infraestructura hotelera orientada al turismo masivo que tiene el tren maya amenaza con traer. ‘Significa que aquí también aparece el crimen organizado, cuando ese fenómeno todavía estaba ausente hace cinco años’.
en la hoja La jordana maya Pedro Uc Be, escritor y activista maya que ya ha recibido amenazas de muerte, también dice que “lo único que importa a los inversionistas es la máxima ganancia en el menor tiempo posible”.
Si el presidente López Obrador esperaba tener su obra maestra en marcha a fines de 2023, anticipándose a los últimos meses de su mandato, la pregunta de si se cumplirá esa fecha límite cada vez es más fuerte.