Los manifiestos del partido y la realidad económica británica


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El próximo gobierno británico heredará un desastre económico. Después de las elecciones generales del 4 de julio, los líderes políticos deben lidiar de alguna manera con la complicada trifecta del país: crecimiento lento, finanzas ajustadas y servicios públicos insuficientemente financiados. Eso garantizará una gestión económica audaz.

Pero el electorado británico está cansado. El largo proceso del Brexit, la crisis del costo de vida y el “mini” fiasco presupuestario de septiembre de 2022 han hecho que la idea de reformas disruptivas y mayores impuestos para apoyar a hospitales, escuelas y tribunales sea desagradable para los hogares y las empresas. El manifiesto presentado esta semana por el partido conservador de Rishi Sunak no es realista. El programa del Partido Laborista de Sir Keir Starmer es más creíble, pero está plagado de cautela.

La plataforma conservadora es una serie de medidas provisionales más que una clara declaración de intenciones para los próximos cinco años. La pieza central es un paquete de £17 mil millones en recortes de impuestos. Esto incluye un plan para recortar el seguro nacional y elevar el umbral para gravar las prestaciones de cuidado infantil, lo que apoyaría la participación en la fuerza laboral. La promesa de reducir permanentemente el impuesto de timbre para los compradores por primera vez puede impulsar la propiedad de viviendas, pero corre el riesgo de elevar los precios de las viviendas si no se cumplen los ambiciosos objetivos de construcción de viviendas. En otros lugares existen compromisos importantes con la formación de aprendices, la transferencia de competencias y las tecnologías limpias, aunque sin el nacional coherente o estrategia de crecimiento regional que Gran Bretaña necesita.

El plan de Sunak de pagar sus promesas con recortes en la factura de asistencia social, medidas enérgicas contra la evasión fiscal y diversos ahorros en la administración pública es una tramo serio. El manifiesto se compromete a aumentar el gasto en defensa, pero no aborda la realidad de los servicios públicos sobrecargados, lo que requerirá un mayor gasto.

El manifiesto laborista ofrece una visión más nítida de la economía, si no tremendamente ambiciosa. El promesa de estabilidad como base del crecimiento y la creación de riqueza será bien recibido por las empresas y podría desbloquear algunos planes de inversión estancados. Su estrategia de infraestructura a largo plazo, respaldada por una revisión de las normas de planificación, es prometedora, aunque tardará tiempo en dar frutos. La productividad británica se ha visto obstaculizada por la formulación de políticas de corto plazo y la incapacidad de construir carreteras, ferrocarriles y viviendas. El reconocimiento de que el dinero adicional para el NHS y la educación también requerirá un cambio en su forma de trabajar muestra pragmatismo.

Pero también existen preocupaciones sobre los planes de Starmer. La promesa de no aumentar el impuesto de sociedades, el IVA o el seguro nacional (que surge de la determinación de demostrar que este no es el Partido Laborista imprudente de impuestos y gastos de antaño) corre el riesgo de encerrar al partido en planes de gasto poco realistas para servicios públicos. Complica los esfuerzos muy necesarios para simplificar y reformar el sistema tributario británico, lo que podría impulsar el crecimiento.

También significa que los laboristas pueden verse obligados a recurrir a impuestos sobre el patrimonio en el futuro. El objetivo de Starmer de recaudar £8.600 millones mediante aumentos de impuestos cuidadosamente seleccionados incluye un impuesto más alto a los jefes de capital privado, lo que conlleva el riesgo de dañar la competitividad del Reino Unido. Aunque el manifiesto laborista no menciona el impuesto a las ganancias de capital, no se descartan cambios futuros. Un reparto justo de la carga es importante para revitalizar la economía del Reino Unido, pero no a costa de ahuyentar la riqueza.

A estas alturas de la campaña, Rishi Sunak no ha podido disociar su supuesto futuro gobierno de las caóticas administraciones conservadoras de los últimos años. El deseo del Partido Laborista de no mermar su ventaja de 20 puntos en las encuestas ha llevado al partido, mientras tanto, a centrarse en convencer al electorado y a los mercados de que es fiscalmente responsable. Si llega al poder, tendrá que demostrar rápidamente que puede lograr el “cambio” que ha adoptado como lema de una sola palabra. Es importante poner fin a una década de incertidumbre e inestabilidad. Pero esto por sí solo no será suficiente.



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