Probablemente fueron unos miles los que llegaron esa tarde a la orilla del mar de Mármara, en el distrito de Kalamis de Estambul. Algunos están agachados en la hierba, la mayoría sentados en sillas de camping que han traído consigo. Todo el mundo mira embelesado una de las pantallas que muestra la final del Campeonato de Europa de voleibol femenino. La selección turca juega en Bélgica contra la selección de Serbia en la Copa de Europa. El voleibol nunca ha sido un deporte para un público masivo en Turquía. Sólo ahora, con la Eurocopa, eso ha cambiado.
El jugador homosexual se convierte en objetivo de grupos estrictamente islámicos
“Hay tantos fracasos en nuestro país que esto es realmente importante para nosotros y para nuestras mujeres en este momento. Nos hace felices y esperanzados para el futuro”, dice Orkun, un joven de Estambul en una silla de camping. El éxito deportivo de las mujeres turcas no es la única razón por la que el país está sumido en la fiebre del voleibol.
Hay una jugadora de la selección que hace dos años compartió en su perfil de Instagram una foto de ella y su novia y se declaró lesbiana: Ebrar Karakurt. Desde entonces, ha sido repetidamente el objetivo de grupos islámicos estrictos. El tenor: Una mujer tan reveladora y segura de sí misma es un terrible modelo a seguir para las niñas turcas y una vergüenza para la nación. Orkun está furioso: “Hay grupos que están de acuerdo con estas personas que no tienen un coeficiente intelectual alto y que constantemente intentan utilizar una situación que puede estar relacionada con el Islam como forma de protesta”.
Experto: Erdogan se beneficia de estos debates
El presidente conservador islámico, Recep Tayyip Erdogan, felicitó por teléfono a los jugadores de voleibol tras la victoria en el Campeonato de Europa. Hasta ahora se había mantenido al margen de la disputa sobre el atleta Ebrar Karakurt, pero los conocedores de Turquía como Soner Cagpatay del grupo de expertos del Instituto Washington deberían beneficiarse al máximo de la polarización que la rodea. “Es probable que se sienta tentado por las demandas de sus aliados de políticas sociales arcaicas y que crea que es beneficioso iniciar nuevas guerras culturales como ésta. Él prospera con las guerras culturales, las gana”, dice Cagpatay.
Y ahora esto se está extendiendo también al deporte: muchos jóvenes vinieron al distrito de Kalamis en Estambul principalmente para protestar contra los ataques de grupos estrictamente islámicos. Uno de ellos es Türku. “Normalmente no estoy muy interesado en el deporte. Pero este es un país muy reprimido, donde hay muchas prohibiciones y están sucediendo cosas increíbles contra las cuales protestar. Es una manera muy agradable de estar aquí hoy para hacer algo”. ella dice.
Türku espera que la victoria del voleibol femenino sirva de lección para todos los grupos islámicos del país. Para ellos y muchos otros, la final de la Eurocopa es una oportunidad para protestar sin miedo a meterse en problemas.