El estudio muestra que las personas que sufren de DFNA9 (Sordera Autosómica Dominante 9), una forma hereditaria de pérdida auditiva, obtienen una puntuación mucho peor en las habilidades cognitivas en comparación con sus compañeros sanos.
“Si tiene problemas para oír, los contactos sociales requieren más energía. Su cerebro recibe menos estímulos y tiene que trabajar más para mantenerse al día. Como resultado, evita cada vez más las situaciones sociales, lo que significa que su cerebro recibe aún menos estímulos y cada vez es menos menos ‘en forma'”, dice la investigadora Hanne Gommeren.
Un implante coclear puede eliminar en gran medida este atraso, incluso para aquellos que anteriormente obtuvieron resultados menos buenos. “La memoria y la concentración de los pacientes mejoran, pueden volver a disfrutar plenamente de la vida social y, sobre todo, cuidarse mejor y durante más tiempo”, explica la investigadora Ellen Andries.