El Real Madrid es una multinacional con una facturación casi billonaria. Su historia, el Bernabéu, los campeones, la generosidad de los patrocinadores lo convierten en un Eldorado, cuya antecámara, sin embargo, suena descaradamente proletaria. La Fabrica, como se llama el sector juvenil de los blancos, que desde el verano de 2009 -el de la locura por Cristiano Ronaldo, Benzema y Kakà- le ha dado al presidente Florentino Pérez más de 300 millones de buenas razones para sonreír. Hakimi, Theo Hernandez y otros, hubo muchos talentos que crecieron en casa y fueron enviados a otros lugares a cambio de ricas ofertas. Chicos que crecieron con los mitos de los varios Raúl, Zidane y Marcelo, que mientras tanto hoy sueñan con vivir nuevos éxitos. ¿Como? Gracias a los niños, que visten lo que alguna vez fueron sus camisetas. Sí, porque la Real parece haberse convertido cada vez más en un asunto de familia.