Un nuevo intento de talar una secuoya de 22 metros de altura en Veenhuizen ha fracasado por tercera vez. El fuerte viento hace que sea peligroso talar el árbol.
Una secuoya de 22 metros de altura cuelga en diagonal, de forma algo amenazadora, desde el jardín de Jan Meester, encima del jardín de los vecinos. Ha estado en este lugar durante unos 36 años. El Maestro lo plantó él mismo como una hoja de un metro de alto, luego la naturaleza hizo su trabajo y el árbol creció hasta convertirse en un imponente llamativo que se eleva por encima de todos los árboles de la zona. Pero con las ráfagas de viento cada vez más frecuentes, existe el temor de que algún día el árbol se caiga y no caiga simplemente en el jardín del vecino. Su hogar también está en peligro.
El Maestro se queda mirando su árbol, algo triste. “Pensé que tres veces sería un hechizo, pero eso no funciona en este caso. En realidad, no quiero perder el árbol, pero el riesgo es demasiado grande. Este árbol no tiene raíces muy profundas y en una forma fuerte viento del suroeste puede caer sobre nuestras casas.” termina. Entonces tienes que mantenerte sobrio.”
La secuoya se conoce en los Países Bajos como secuoya gigante y es el árbol de más rápido crecimiento del mundo. Puede vivir hasta mil años y alcanzar cien metros de altura. Este gigante se encuentra principalmente en el estado americano de California. Los hay por los que pueden pasar los coches. Maestro: “Una vez fuimos a mirar allí nosotros mismos. Seis de nosotros intentamos abrazar uno de esos árboles. Se nos ocurrió un tercero”.
Como había que demolerlo, el propietario quiso donarlo al municipio de Assen. Debería estar allí como árbol de Navidad en Koopmansplein en diciembre. Los controladores de tráfico estaban listos para derribar al gigante poco después de Sinterklaas, pero la empresa de paisajismo llegó a la conclusión de que el árbol era demasiado pesado para talarlo. Al caer, el árbol arrastraría consigo a la grúa que lo sujetaba.
El mes pasado se hizo otro intento de derribar al gigante. Esta vez no lo derribarían entero, sino que lo cortarían en pedazos. Esta vez el peso de la secuoya gigante no interfiere con la tala, sino con los dioses del tiempo. Un viento fuerte hace que el trabajo sea demasiado peligroso.
“Personalmente, preferiría que el árbol permaneciera en pie”, afirma Meester, de 95 años, aunque decepcionado. “Pero tiene que irse y por eso prefiero que se vaya lo antes posible”.
Aún no se ha fijado una nueva fecha para el capó.