El gobierno británico ha estado en el estómago durante años con el flujo de inmigrantes del Canal, un flujo que está en desacuerdo con la promesa del Brexit de controlar mejor las fronteras nacionales. Es por eso que la ministra del Interior, Priti Patel, presenta regularmente ideas radicales para abordar la migración. El miércoles, el ministro conservador llegó a la capital de Ruanda, Kigali, para concluir un acuerdo migratorio igualmente único y controvertido con el presidente Paul Kagame.
A su llegada a las Islas Británicas, los migrantes se someterán a una evaluación inicial. Aquellos que tienen buenas posibilidades de obtener una solicitud de asilo exitosa pueden quedarse. El resto se pondrá en un avión para un viaje de 6.400 kilómetros a Ruanda. Allí se procesan las solicitudes de asilo. Aquellos que son rechazados tienen la oportunidad de construir una nueva vida en el país que fue escenario de un genocidio en 1994. Los británicos corren con todos los costos.
Arma contra la trata de personas
El gobierno espera que esto actúe como un elemento disuasorio para los inmigrantes que planean cruzar. Según Patel, este refugio africano es también un arma contra los traficantes de personas en la costa francesa. Más de 28.000 personas han hecho la travesía en el último año. Se espera el doble del número para 2022. La mayoría de los migrantes del Canal provienen de Irán, Afganistán, Irak, Vietnam, Siria y Eritrea.
Varias organizaciones de refugiados, como el Refugee Council, han calificado el acuerdo de Patel como “cruel y mezquino”. Los británicos, según una importante denuncia, están eludiendo así su responsabilidad, solo para entregársela a una nación más pobre con la que los inmigrantes tienen poca conexión. Además, Ruanda, donde vive tanta gente como en la conurbación de Londres, sigue sin ser un país seguro según Amnistía Internacional.
‘Desesperado’ e ‘Indignante’
Los costes de recepción de Ruanda convirtieron 145 millones de euros, una cantidad que puede aumentar considerablemente con el tiempo. Según el gobierno británico, todavía es menos de los 5,6 millones de euros que ahora tenía que gastar en refugios para inmigrantes todos los días. Debido a que hay muy pocos centros de recepción, muchos inmigrantes ahora están en hoteles. El refugio del hotel, que fue posible durante el confinamiento, llega a su fin con la construcción de un gran refugio en el norte de Yorkshire.
La ministra del Interior en la sombra, Yvette Cooper, describió los planes del gobierno como “desesperados” e “indignantes”. Señalando métodos de recepción similares en Australia, el ex ministro de Desarrollo, Andrew Mitchell, expresó la expectativa de que los costos aumenten a más de 2 millones de euros por migrante. “Sería más barato ponerlos en el Ritz y enviar a los menores a Eton”.