Llorando porque los jóvenes con discapacidad mental ya no pueden hornear pan


La única panadería de la histórica ciudad de Megen cierra. La tienda pertenece a la organización asistencial Dichterbij, que utiliza la empresa como actividad diurna para sus clientes con discapacidades mentales leves. Como la organización de cuidados ya no le ve ningún valor, tiene que buscar otras actividades diurnas para los jóvenes panaderos. “Nos han silenciado”, afirma Eddy Müller, que trabaja como voluntario en la panadería.

“Estoy devastada. Esto está cerca de mi corazón”, dice la supervisora ​​Sanne Mulders. Quería contar su historia frente a la cámara de Omroep Brabant. Media hora antes de la entrevista se pidió una respuesta a la Fundación Dichterbij. La fundación llamó rápidamente a la panadería para impedir la entrevista.

“Ya no puedo decir nada. Lo siento”, dice Sanne, sorprendida. Todavía está ocupada llamando a la fundación. “Simplemente te imponen una orden de silencio”, concluye el voluntario Eddy. “Eso está borracho”.

“Ha estado llorando todo el día aquí”.

Diez clientes con discapacidad intelectual leve ayudan en Bakery Antoon and Frans. Ayudan a los panaderos a hornear o envolver pan. La pintoresca panadería se encuentra desde hace unos diez años en el ayuntamiento del pueblo. “Esto no es nada divertido”, dice con tristeza un cliente.

“Aquí hemos estado llorando todo el día”, señala Eddy, de 74 años. Trabaja como conductor de la fundación. “Un niño no durmió en toda la noche a causa del cierre”, afirmó, y “echará de menos sobre todo las charlas con los clientes”.

“Fue un acto de desesperación”.

“¡Deténganlos, muchachos!”, entra Barbara Bouwman, clienta habitual, luchando. “Creo que esto es muy malo. Megen ya tiene muy poco y esto también desaparecerá. La gente aquí es muy amable y cálida”.

“Fue un acto de desesperación”, dice Sanne sobre su intento de conceder una entrevista. “Espero que alguien nos salve”. Esto parece ir en contra de nuestro mejor juicio, porque la decisión es definitiva para la fundación.

“La panadería está obsoleta y ya no es adecuada para ofrecer buenas actividades durante el día”, explica el cierre la portavoz Lycia Bakker. “Entendemos que nuestros clientes encuentren esta decisión muy molesta”. Según el supervisor Sanne, esto se debe a “problemas financieros en la organización”, pero la fundación lo niega.

La panadería cerrará en el primer trimestre del próximo año. Se busca otra actividad diurna para los clientes, promete la fundación. A partir de ahora los habitantes de Megen tendrán que comprar el pan en otro lugar.

El voluntario Eddy Müller está decepcionado con el cierre (foto: Raymond Merkx).
El voluntario Eddy Müller está decepcionado con el cierre (foto: Raymond Merkx).



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