Suena el teléfono e instintivamente respondemos. Excepto entonces descubrir que es elotro centro de llamadas proponiendo la última oferta, o una voz sintética invitándolo a comprar tal o cual servicio. Energía, criptomonedas, finanzas, comerciantes. Cambia el tema pero al final siempre es el mismo de siempre telemercadeo salvaje que, al parecer, no se puede remediar. Y eso a menudo viola la privacidad del usuario y puede ser una fuente de estafas o fraudes. Pero, ¿por qué algunos logran continuar usando este método invasivo para promocionar sus productos? Y que paso con el segunda versión del Registro de Oposición? Y especialmente, ¿Qué se puede hacer?