Los secretos de la pista.
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El circuito de Albert Park acoge por vigésima séptima vez el GP de Australia -la vigésima quinta válida para el Campeonato del Mundo tras las dos carreras fuera del campeonato de 1953 y 1956- y se presenta con varios cambios en su conformación. En la curva 1, tradicionalmente con riesgo de accidente, la calzada se ensanchó 2,5 metros para limitar el efecto “embudo” que obligaba a los coches a alinearse en la única trayectoria posible. Ahora hay espacio para dos monoplazas. La curva 3, escenario de muchos adelantamientos, también se ha ensanchado cuatro metros, mientras que la 6 se ha acelerado en unos 70 km/h. El cambio más radical se refiere a la chicane de la curva 9/10 que ya no existe: los pilotos podrán pisar fuerte en las curvas 7 y 8, hasta la “S” que marca el inicio del tercer sector. Se esperan velocidades punta superiores a los 330 km/h y se ha insertado en secuencia una doble zona DRS en este tramo que se suma a las dos ya existentes (en la recta principal y entre las curvas 2 y 3). También se ha ensanchado la penúltima curva, así como el pitlane -aumentado en más de dos metros- en el que la pared queda ahora en contacto con el asfalto y ya no está separada de la pista por una franja de hierba.