Ya no tenía que hacerlo por el dinero y el honor: Pierre Kartner, como es su verdadero nombre, ha construido una carrera mundial en cuarenta años que nadie en los Países Bajos puede imitar. En manos de Engelbert Humperdinck y Mireille Mathieu, su ‘Pequeño café en el puerto’ se ha convertido en un árbol de hoja perenne en los rincones más pequeños del mundo, y, bombín tonto o no, tiene más de 25 millones en unas pocas docenas de idiomas. (25.000.000) Discos pitufos vendidos. Sobre esto último tiene sentimientos encontrados: “Les debo mucho, pero a la vez esos hombrecitos azules se me han escapado. Se han convertido en gigantes enojados”.