Las orugas procesionarias del roble probablemente causarán relativamente pocas molestias el próximo año. El verano pasado las mariposas se vieron principalmente en el norte del país. Las orugas pueden causar algunos problemas allí.
La oruga procesionaria del roble se encontró en sólo el 7 por ciento de los robles el verano pasado. Esto fue diferente durante el pico de molestias en 2019: se encontraron en el 53 por ciento de los robles.
Las orugas procesionarias del roble liberan pelos urticantes. Estos provocan muchas molestias desagradables en personas y animales, como ardor en los ojos, irritación de la piel y dificultad para respirar.
Las mariposas de la oruga procesionaria del roble ya han puesto sus huevos para el próximo año. Basándose en un recuento de mariposas, el Centro de Conocimiento de la Oruga Procesionaria del Roble predice que el número de orugas (y las molestias asociadas) no será tan grave el próximo año.
El centro de conocimientos considera que sigue siendo necesario inspeccionar los robles. La primavera pasada hizo mucho calor, lo que puede provocar que las orugas hagan nidos en el suelo. Allí hace más fresco. Las orugas pueden vivir en un nido en el suelo durante años y luego emerger repentinamente en masa. No se sabe por qué sucede esto.
Las molestias disminuyen porque ayudamos a los enemigos naturales
“La cantidad de insectos fluctúa cada año, pero no siempre está claro por qué”, dice Aglaia Bouma, experta en insectos del Centro de Biodiversidad Naturalis.
Sin embargo, el descenso del número de orugas procesionarias del roble desde 2019 también tiene una explicación claramente distinta. “La gente intenta favorecer a los enemigos naturales”, explica Bouma. Por ejemplo, se cuelgan cajas nido para pájaros como los carboneros y los estorninos, a los que les gusta comer orugas.
Algunas avispas y moscas también ayudan en la lucha contra las orugas. Ponen sus huevos en la oruga. Luego, las larvas se comen la oruga. Por ejemplo, la gente planta hierbas con néctar junto a los robles para protegerse de las avispas y las moscas.
Pero no son sólo los enemigos naturales los que amenazan a la oruga. “La gente también rocía veneno”, afirma Bouma. “Esto mata todo lo que hay en el árbol, no sólo las orugas. En los Países Bajos, cientos de especies dependen del roble y luego se envenenan a todas”.